Casi debería ser obligatorio que los jefes del país dejen sus memorias a la posteridad y contribuyan con sus versiones para que el relato de sus actos y la anotación de sus pensamientos sean aportes históricos. Realmente, en el Ecuador esa no ha sido una tarea del agrado de los susodichos presidentes. Hablando de los más famosos, el gran tirano García Moreno no lo hizo. El celebrado general Eloy Alfaro escribió sobre su obra clave y preferida, el ferrocarril. El doctor Velasco Ibarra, escritor y redactor periodístico dijo que no escribiría un libro, -menos cinco- sobre su reiterado paso por el poder. Y cumplió con su palabra.
Al ex jefe Tavo Noboa -el hombre que reemplazó al impugnado presidente Jamil Mahuad- se le ocurrió contar a la historia y a los ciudadanos su aventura en Carondelet, bajo el título de ‘Por qué fui Presidente’. Hemos escuchado su versión pública sobre el contenido – a más de algunos comentarios- y realmente se perfila como un libro atractivo, más aún cuando se refiere a una etapa tan interesante, inquieta e inestable, como la correspondiente a los últimos años del siglo 20 y primeros del 21, cuando en nuestro Ecuador volvió a funcionar la moda de tumbar a los que ganaban elecciones en hombros de la partidocracia. Los comentarios, por supuesto, no han faltado y don Gustavo ha dado un buen aporte a la publicidad de la obra concediendo entrevistas a diestra y siniestra, por supuesto. De lo que hemos oído, el libro reconfirma -sin querer queriendo- que Jamil Mahuad pasó de ser un celebrado alcalde a ser pésimo presidente y algo más. Noboa no cree que el problema cerebral que afrontó cuando aún era candidato no tuvo repercusiones médicas posteriores. Dudamos. Creemos que no retirarse de la carrera presidencial fue un primer punto en contra e irresponsable de Jamil. Cuando ya gobernaba en Carondelet protagonizó repetidas y absurdas ausencias por largos días, que realmente no se explican. Pero lo que confirma Gustavo Noboa es que el gran golpe, que le bajó de la presidencia a su antecesor, fue el cheque de 3 millones de dólares que entregó el banquero Fernando Aspiazu a la campaña. “Nos habían dicho que el cheque era por 300 000 y no fue incluido en los ingresos del comité económico de la candidatura de Mahuad”, anota Noboa.
El libro obviamente muy referido a esa caída, más los derrumbes de Abdalá y Lucio, son casos que al volver al público reiteran la comprensión del esfuerzo total del presidente Correa para alejarse lo más posible de esa posibilidad amarga. Sumando otras circunstancias, al contrario, su lema es llegar a los 10 años en Carondelet usando una combinación de la popularidad innegable y todos los recursos estatales, políticos y personales -lindos y feos- que están a la mano, mientras que sus adversarios elevan preces para que después del 2017 -si triunfa como parece- no se le vaya la mano…