Un 16 de abril de 1979 fallecía después de un trágico accidente de carretera Jorge Mantilla Ortega, director de Diario EL COMERCIO.
Don Jorge Mantilla había nacido apenas un año y meses después de la fundación de EL COMERCIO, acaecida en 1906.
Con su padre y su tío, Carlos Mantilla Jácome y César Mantilla Jácome, respectivamente, había aprendido a convivir en los talleres del Diario que irrumpía con arrojo, audacia y valentía en la vida nacional para marcar el paso de los tiempos. Eran épocas de progreso, desarrollo, incremento de la actividad comercial y agitada vida política donde las ideas de libertad germinaban y se difundían en la sociedad.
En ese contexto nació y fue cobrando madurez profesional un Diario que ha logrado mantener su independencia, fiel a los principios de igualdad de oportunidades, pluralismo y libre circulación de ideas políticas, sociales y religiosas sin excluir ninguna, siempre y cuando se expresen con altura dentro de los tiempos siempre cambiantes y llenos de polémicas a la orden del día.
Haber nacido ‘con olor a tinta’ como en la familia se solía decir, iba forjando una vocación por la verdad y la libertad y el pluralismo que con el tiempo se fortalecieron como bandera del periódico y son parte de los principios inmanentes de esta casa editorial desde sus primeros días. Ya entrado el siglo XXI se agitan otros debates y corrientes sociales, visiones contrapuestas del vértigo del mundo que vivimos.
Don Jorge Mantilla fue legislador y diplomático, supo de leyes y tuvo el talento para hacerlas con sabiduría, supo del derecho internacional y con una formación amplia en la mano llevó el nombre del Ecuador a los foros internacionales. Pero sobre todo fue periodista y en ese escenario fue Gerente, primero, luego Subdirector y Director de diario EL COMERCIO, alta responsabilidad que ejercía cuando le sorprendió la muerte.
Calibró el valor esencial de contar las noticias, defendió la reserva de la fuente, el principio de la libertad de expresión en tiempos de presiones gubernamentales y afrontó prisión y hasta clausura por defende r vivamente los principios permanentes del periodismo, por respaldar la tarea del equipo de periodistas de EL COMERCIO y por no someterse jamás a los afanes autoritarios de los poderes de turno, aun a costo de su propia libertad y los embates que mantuvieron el diario cerrado por largos días.
Su ejemplo es hoy una luz que ilumina la vocación de EL COMERCIO por la libertad de las ideas y de expresión por una sociedad mejor.