Como en toda institución y en toda profesión, sin distingo, la mediocridad existe. Por tanto, ningún sector está exento –o estamos- de este mal en el que reina el más vivo, el que mejor habla, con discursos altisonantes y mejor si es insultador, y atrapa al electorado, cuya mayoría no tiene la debida formación, educación e información que le permita reflexionar y discernir libremente, sin presiones de nadie.
Lo malo está cuando llega un gobierno, como todos, que genera falsas expectativas, con una atosigante propaganda oficial que promociona la reinauguración de la patria, que patrocina el cambio, que hace obra pública con enormes recursos recibidos por el alto precio del petróleo, que juntos los regímenes anteriores no llegaron ni a la mitad, pero que cae en iguales o peores errores y no atina, hoy con escasos fondos, cómo solucionar la crisis.
No solo que vendió la idea de la meritocracia de sus integrantes sino que incluso se llegó a crear una institución, pero en la práctica enseña lo contrario. Basta ver lo que sucede en una función del Estado que siempre tuvo sus deficiencias y ha sido el reflejo del país, pero que se promocionó con el cambio de nombre, copiado de Venezuela, como una institución diferente. Igual que anteriores Legislaturas, exhibe buenos, malos y mediocres integrantes.
La historia parlamentaria lo recoge. Esa no fue la regla porque hubo muy buenos representantes, que aportaron al debate serio.
En este cambio de época se evidencia cómo aprueban las leyes. El Código Integral Penal, que en tan poco tiempo de vigencia plantean nuevas reformas.
Así aprobaron la Constitución en Montecristi, con términos que ni siquiera entendieron en materia de seguridad social. A confesión de parte, relevo de prueba. El propio dirigente del movimiento oficial y que ejerce un cargo de elección popular fue crítico al calificar como asambleístas “despistados” a aquellos que por hacer méritos con el poder hablan de nuevas enmiendas constitucionales que afectarían a la estructura del Estado y por tanto ese no sería el camino.
Incluso, se ponen a defender públicamente estas propuestas sin que hayan sido definidas y resueltas en el bloque, como confirmaran autoridades. Hay integrantes que han demostrado puntualidad, responsabilidad, trabajo permanente dentro y fuera de la Legislatura, incluso en consultas prelegislativas, que han sido abiertos a las observaciones, que aportan al debate con ideas.
Otros cuestionan lo que habían defendido, entran en crisis existencial y se acogen a la objeción de conciencia. Más vale tarde que nunca. Unos terceros que solo repiten los discursos oficiales, con contradicciones y demagogia.
Defendían a rajatabla la reelección indefinida pero cuando se planteó la transitoria para que entre en vigencia en el siguiente período cambiaron y contradijeron todo lo que habían expresado. Les resulta difícil sustentar con argumentos cuandopierden el libreto.