Mayoría en disputa

¿Qué está en juego en la disputa por la mayoría en la Asamblea Nacional? ¿Qué justifica recurrir a la amenaza, a la manipulación normativa y al comercio de prebendas para no perder una mayoría que hasta ahora había sido amplia para el bando del Gobierno? ¿Qué está dispuesto a arriesgar el Movimiento País para obtener una frágil y efímera mayoría?

El actual escenario de la Asamblea presenta enormes riesgos para el proyecto de gobierno. En una dimensión de más largo alcance, lo que se pone en juego es la tarea de completar el marco normativo que instrumente el diseño constitucional de Montecristi; los tropiezos que el Régimen ha encontrado en este camino, advierten sobre la inviabilidad histórica de este modelo.

En el plazo inmediato, lo que parecería preocupar sobremanera al Gobierno es la consolidación de un escenario legislativo plural, que pueda convertirse en fiscalizador y vigilante del proceso de intervención en la justicia, que se está iniciando con la conformación del Consejo de la Judicatura de Transición. Lo que no quiere arriesgarse es la alta discrecionalidad y sujeción de la operación de la Comisión a las directrices de Carondelet.

En definitiva, está en juego el modelo político que País ha aplicado en su gestión en la Asamblea Nacional, resolver todo desacuerdo con la imposición de la mayoría, a lo que se suma ahora el recurso a expedientes que supuestamente pertenecían a la partidocracia: la compra de voluntades, la preeminencia de mayorías móviles, la negociación espuria.

Esta demostración de la política ‘revolucionaria’ choca con una creciente resistencia social ya no solo al autoritarismo, ahora también a la utilización de estas prácticas. Alianza País sigue perdiendo sus figuras emblemáticas y su militancia se reduce cada vez más al desfile de personajes grises dispuestos a actuar como rebaño y a someterse a las disposiciones que viene del poder central.

La oposición también está afectada por la dinámica impuesta por el Gobierno. Se subordina a la lógica de transacciones por cuotas mínimas de poder y no logra articular una agenda legislativa alternativa al modelo del Régimen. No aparecen los liderazgos que podrían aglutinar una oposición consistente.

Podríamos estar asistiendo al agudizamiento del autoritarismo en la Asamblea, dominado por una mayoría gris que continúe aplicando la voluntad del Ejecutivo, y que garantice un campo de acción libre para la operación de la Comisión de Transición. O podríamos ser testigos de la conformación de un sistema de alianzas en la oposición sustentado sobre una agenda que pueda, o conducir al Ejecutivo al diálogo, o preparar el terreno para la alternancia en el poder en el 2013.

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