Ecuador devaluó su vida política al realizar alianzas circunstanciales para responder a su fraccionamiento político. Tener más de una decena de partidos en la Legislatura sin que ninguno sea mayoría ni rebase el cuarto de legisladores, exigía definir alianzas estables para gobernar, como en un sistema parlamentario. Pero un irresponsable comportamiento con la colectividad llevó a simples cálculos circunstanciales y mayorías móviles. Ahora, Acuerdo País (AP) constituye un excepcional grupo político casi mayoritario en la Asamblea. Su falta de cohesión ideológica, programática y de intereses por ahora lo compensa con el rol integrador de su líder. Urge por lo mismo que AP se constituya en partido y logre identidad política propia. No basta una definición estatutaria sino un largo proceso de constitución política. AP, como las otras fuerzas políticas, requiere también renovación pues es un conglomerado de posiciones, prácticas e intereses diversos, lúcidos y éticos unos otros no, arcaicos, y en primer lugar nadie sabe quién es o no es de AP. En suma, AP debe ser constituido, dejar de ser un acuerdo circunstancial, grupo electoral en principio con un programa que nadie sabe si realmente lo es. Y, más allá de las definiciones de papel, es en los hechos que debe definirse. Si AP no quiere encerrarse en el pasado de comprar votos y de cálculos del momento, a más de tener identidad, debería realizar alianzas estables con programas que alimenten una tendencia política, no el apoyo a una ley o a un dirigente político u otro según el momento. Organizar la vida política es una necesidad y la definición de tendencias con organizaciones identificables es un paso indispensable.
La pérdida de la mayoría legislativa debería preocupar a AP. Sin embargo, evitar el viejo realismo político de prebendas o corrupción para lograr mayoría o el negativo chantaje de leyes de urgencia que paraliza y devalúa a la legislatura, exige revisar su estrategia política. Esta se centró en lograr el máximo de poder de decisión y control, y en minimizar al oponente. Sirvió para lograr poder para un grupo no para la sociedad, favorece el caudillismo y su inevitable cohesión con corrupción. Los hechos ya muestran que, si AP quiere durar, debe construir una mayoría política y social con pluralismo, con los otros, con partidos y sociedad. La política que perdura no se hace como en el cuartel sino compartiendo propuestas y acciones. Oí al Presidente que pensaba en la hegemonía a la italiana, que bueno que aprenda estos temas. Pero eso requiere definición política, deliberación, democracia interna y externa, respeto al contrincante y sobre todo distanciarse de la idea de tener el control de todo el poder. Ser demócrata en democracia, hacer honor al pluralismo ecuatoriano pero con organización no es fácil pero sería el mejor camino, no hay otro.