Numerosas son las citas bíblicas sobre la instrucción de Jesús respecto a que los hombres deben amarse como él los amó. Esta escrito, pero es muy difícil aplicarlo; mucho más, en sociedades que heredan o imitan, como parte de la convivencia social, la exclusión racial y social.
En estas circunstancias se puede entender que, complejos y contrapuestos temas familiares y las resoluciones jurídicas correspondientes, sean acatadas bajo protestas y objeto de manifestaciones y repulsas. Es el derecho a no estar de acuerdo y a protestar como lo permite la democracia; máxime, cuando la fuente de la resolución es controvertida, pues se trata de la absolución de una consulta y no de una sentencia de la CIDH.En estas circunstancias, frente a la resolución de la Corte Constitucional debe ubicarse este caso en el ámbito jurídico, sin descuidar los efectos políticos en una sociedad educada en el maniqueísmo.
Primero hay que advertir que los constituyentes de Montecristi hicieron un batido con los temas del ámbito familiar. Admitieron varios tipos, homologaron en derechos y obligaciones las uniones de parejas de hecho y las de derecho, elevaron a rango constitucional la institución civil del matrimonio y solo prohibieron la adopción por parte de parejas del mismo sexo; presumiendo, que las parejas heterodoxas cuidan bien a los chicos y que es una infamia que algunas veces los futbolistas y otros sean impedidos en inmigración por no cumplir con las pensiones de sus hijos.
En el campo político hay que advertir que nada es ajeno a sus luces y sombras. Es muy difícil inadvertir entre las aristas de este proceso un afán desestabilizador en favor del régimen dictatorial pasado. Las figuras del “tonto útil “y la del “as bajo la manga” siempre están vigentes y por su puesto al acecho. Por rechazar la resolución es posible que la situación sea fértil para malévolos propósitos. La principal es que la Corte Constitucional, última resistencia al autoritarismo, desaparezca o termine en el manicomio en que se está convirtiendo el Consejo de Participación Ciudadana.
Finalmente, es difícil comprender en el giro de los acontecimientos políticos, cuando existe un solo candidato que supera los niveles históricos de la derecha política y sin ningún opositor de competencia a la vista, que la protesta matrimonial rebase el objeto inicial y paralelamente, se recurra a los retorcidos recursos de un federalismo de viejo cuño. Sus portaestandartes son manipulados y parece que cumplen el papel de ser el reverso del izquierdista Foro de Sao Paulo. En su anacronismo atávico no admiten que la historia cambió y que Guayaquil ni el Guayas son ahora el Ecuador. Además de provocar a los recalcitrantes y medievales regionalistas de la capital, es necesario en su estrategia que repudien de frente al candidato social cristiano. Mientras tanto son nostálgicos de las grandes marchas con el bombo peronista y el ondear de las banderas verdes de grata recordación.