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“Todavía se discute si Faustino Rayo macheteó a García Moreno por política o porque se acostaba con su mujer”, escribió la semana pasada Pablo Cuvi en estas mismas páginas. Un lector comenta mi columna: “Crimen político, no pasional”: “Usted rechaza la versión de que Faustino Lemus Rayo asesinó a García Moreno para vengarse de los amores del mandatario con doña Mercedes Carpio. Pero en los años 50 se publicó una entrevista a quien sería hijo de esa señora y el presidente asesinado”.
En realidad se publicaron dos entrevistas. La primera en Vistazo de marzo de 1958. El autor, Pedro José Arteta. ¿Qué reveló entonces Rayo Carpio? Que tenía 83 años y que desde hace 27 fue recibido en el Hospicio, paralítico y a la espera de la muerte. Se declara “liberal católico”, al igual que su madre; menciona que, cuando murió el padre,tenía ocho meses. El entrevistador le pregunta si él tiene las facciones del padre. “No, le digo que no”, responde, y menciona que la madre decía que el hermano mayor se parecía al padre.
En lo demás, la entrevista se endereza a sugerir señales de firmeza y orgullo en el anciano, gestos de rabia, rasgos autoritarios en su rostro. Todas son insinuaciones para asociarlo con García Moreno.
Ese testimonio no constituye prueba alguna de que Rayo Carpio fuera hijo de García Moreno. Solo 40 años después del magnicidio surge la especie de que el Presidente trató de seducir a la mujer de Rayo. El entrevistador se esfuerza en sugerirlo. El texto se publica con dos fotos de Rayo Carpio: una anciano; y otra, cuando tenía 50 años, y con una foto de García Moreno y otra del asesino. Es poco riguroso hallar similitudes en los rasgos faciales de Rayo Carpio con García Moreno; también se las podría hallar con Lemus Rayo.
El periodista de El Telégrafo César Pérez lo entrevistó también en el Hospicio. Rayo Carpio niega que García Moreno hubiera sido compadre de su papá. Este lo conocía, pero no su madre, reitera. “¿Por qué cree usted que su papá lo mató?”, pregunta el entrevistador. “Creo que sería por asunto de negocios en el Oriente y don García Moreno, según me contaba mi mamá, le prohibió la ida”. Esa prohibición le obligó a quedarse en Quito desde 1871. “¿Por qué cree que la guardia del cuartel no acudió enseguida a defender al Presidente, a pesar de estar a pocos pasos del lugar en que sonaron los disparos?”, pregunta el periodista. “Supe que había habido un complot con la guardia de la Artillería, que por eso no hicieron nada”, contesta. El periodista menciona la acusación de que su madre habría sido amante de García Moreno y que por ello el Presidente había confinado al padre en el Oriente. “Ninguna de las dos cosas es verdad…” Cuando el entrevistador alude que se dice que él sería hijo de García Moreno, afirma que a
quello es una infamia.