Los organismos del Estado cuya competencia es la Educación Superior han aprobado la realización de cuatro cursos de doctorado. Han sido calificadas para asumir tal responsabilidad la Escuela Politécnica Nacional (EPN), la Universidad Andina Simón Bolívar, la San Francisco de Quito y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
El que la EPN haya organizado un doctorado en Matemáticas es resultado de su vocación científica y de los rigores académicos que ha mantenido desde su fundación. Es el pensamiento matemático, el lógico, el filosófico, el que anima las disquisiciones que conducen a las aportaciones al conocimiento en cualquier campo de las ciencias. En las investigaciones científicas que realizamos durante los 47 años que serví en la EPN, fueron sus matemáticos, y sus químicos, los que más apoyo nos proporcionaron.
Siempre le vi a la EPN como la evidencia de que también entre nosotros la civilización logra imponerse en su lucha eterna con la barbarie, y desde muy temprano, desde su fundación.
La Escuela Politécnica de Quito, así denominada, fue establecida por el presidente de la República Gabriel García Moreno, el 3 de octubre de 1870. Como para aquel Mandatario el desarrollo del país no admitía demoras impuso su carácter fuerte y sus órdenes fueron cumplidas. Cuando la Politécnica de Quito abrió sus puertas ya se hallaban presentes quienes se encargarían de su administración, docencia e investigación: los sabios padres jesuitas que habían sido expulsados de Alemania, los mejores de entre ellos.
Se le debe a J. Gualberto Pérez, alumno que fue de la Escuela Politécnica de Quito, una preciosa monografía sobre los estudios que se ofrecían, los nombres de los docentes y el de los estudiantes de cada curso. En el primer curso de Matemáticas y Física se matricularon 20 estudiantes, incluido Belisario Quevedo. Es impresionante cómo lo mejor de la juventud de ese entonces se sintió aludida por la gran aventura que significaba sentar las bases que le permitieran a nuestro país participar de las modernidades que se vivían. “Profesores de tecnología, ingenieros civiles, arquitectos, maquinistas, ingenieros de minas y profesores de ciencias”. Con ellos concluirían nuestros 100 años de soledad. En 1875 caía asesinado García Moreno. Sin el amparo del déspota ilustrado, se impuso esta vez la barbarie: la Politécnica de Quito cerró sus puertas en 1876.
Desde aquellos luminosos primeros seis años saltándonos a nuestra modernidad, matemáticos excelentes los de la EPN: el mismo ilustre rector J. Rubén Orellana, Grossman, Pazmiño, Andrade, Martínez y tantos otros. Han logrado que el Estado, y la ciudadanía, reconozcan que en donde más se sabe y mejor se enseña matemáticas es en la EPN. Estoy de plácemes: la EPN ha sido mi techo y mi piso en mi carrera de investigador científico.
Rodrigo Fierro Benítez / rfierro@elcomercio.org