Países miembros del Fondo Monetario Internacional se comprometieron a aportar US$430 mil millones para que sean utilizados como una segunda línea de defensa en caso de que la crisis de Europa se desborde y sea necesario financiamiento adicional. Este aporte que realizarán 37 países casi duplica los recursos que tiene el FMI a su disposición para prestar en caso de crisis de balanza de pagos.
Las declaraciones de la Directora del FMI no se hizo esperar manifestando que la decisión tomada por un puñado de países es una señal del compromiso de la comunidad internacional para asegurar la estabilidad financiera global y poner la recuperación económica en un sendero seguro.
La decisión va en la misma dirección a las tomadas por los países de la Unión Europea hace algunos meses atrás para “solucionar” la crisis económica y financiera por la cual están atravesando algunos países europeos. Con esos recursos se han financiado programas económicos diseñados por el FMI, la Unión Europea, y el Banco Central de Europa, que han sido implementados por los países para superar la crisis y sin embargo en vez de mejorar la situación las cosas van de mal en peor y no se visualiza una salida rápida. ¿Dónde radican el o los impedimentos para solucionar los problemas económicos y financieros?
El problema radica en el diseño de los programas económicos que dejan a un lado los hechos evidentes de que las economías están en recesión.
El énfasis se centra en los déficits fiscales y en el sobreendeudamiento, por lo cual hay que ajustar por el lado fiscal para generar superávits primarios para servir la deuda. El ajuste agrava la recesión y el desempleo por lo cual los ingresos tributarios disminuyen aumentando el déficit fiscal y la deuda crece ante la necesidad de financiamiento.
Por lo cual la receta no es la correcta. Lo que necesitan de manera individual los países en crisis son reformas estructurales que estimulen la economía además de reducir el valor nominal de sus deudas. A nivel de Europa, si se desea mantener la moneda única, causante de la crisis, la Euro Zona debe emprender en una reforma profunda que unifique sistemas financieros, que cree institucionalidad fiscal centralizada, y un sistema de seguridad social único que permita movilidad laboral. Por el lado de rescates financieros no va la cosa.
La nueva inyección de recursos al FMI aparentemente es una buena noticia, pero a su vez la mala noticia es que si los países quisieran acceder a ese dinero tendrían que tomar de la fallida medicina del ajuste que en las actuales circunstancias, igual que en el pasado, en vez de curar la enfermedad, la agrava. Hoy más que nunca hay que rescatar los conceptos económicos que hace poco se creyeron sepultados.