Da la impresión que el Ecuador no ha avanzado nada en términos políticos. Al menos eso es lo que puede concluirse al momento de analizar el proceso de inscripción de candidaturas que se ha dado en días pasados de parte de las organizaciones políticas para los comicios de febrero del 2013.
No importa cómo, lo importante es lograr el objetivo: tener el mayor número de representantes en la Asamblea. Esto ha hecho que la mayor parte de los dirigentes políticos -tomando en cuenta la idiosincrasia de los ecuatorianos- hayan tendido a incorporar en las papeletas a estrellas de TV, futbolistas, cantantes, reinas de belleza…
Ellos sí arrastran. No importa que sean prácticamente analfabetos en política, derecho o economía. Lo importante es que lleguen, hagan bulto y sean capaces de levantar la mano cuando sea necesario. Eso de legislar y fiscalizar no tiene importancia.
Esto muestra la situación en la que se encuentran las organizaciones políticas en el Ecuador. La mayor parte demuestran poca madurez. Da la impresión que han aprendido muy poco de las crisis de los últimos años, de los efectos nocivos del farandulización de la política, del personalismo, del caudillismo, del clientelismo y populismo. En esencia, buena parte de los partidos políticos tienen débiles estructuras y bajos niveles de institucionalidad. De allí que la selección de candidatos se lo haga de manera improvisada y se tenga que recurrir como mejor opción a la pantalla, la familia, los amigos leales, etc.
De esto se concluye que una de las grandes debilidades de la democracia se deriva de la calidad de la representación. Una buena representación se expresa en la capacidad de las organizaciones políticas de agregar intereses o demandas de los mandantes y de dar operatividad al régimen político a través de la formulación de políticas públicas y leyes.
La tendencia a enrolar a estrellas de TV, futbolistas, cantantes o reinas de belleza favorece esta tendencia de tener una representación política de mala calidad y gobiernos con poca capacidad de respuesta frente a las demandas de la sociedad.
Hay que añadir la crisis de las instituciones democráticas. Una democracia no institucionalizada se caracteriza por el alcance restringido, la debilidad y baja intensidad de sus instituciones políticas.
Esto es lo que ha llevado a que muchos ecuatorianos no crean en la democracia y consideren que la llegada de un líder mesiánico y carismático va a solucionar todo. No obstante, la apuesta de futuro son las instituciones democráticas y la participación activa de la ciudadanía. Tener más borregos en el asamblea no ayuda sino tiende a agudizar la crisis del sistema político.