La marihuana no es inocua

Debe recordarse que en nuestro país sigue vigente la ley de estupefacientes, que considera un delito la tenencia para el consumo personal de la marihuana. Sin embargo, hace poco más de cuatro años la Corte Suprema de Justicia dictó un fallo (caso Arriola) en el cual declaró por unanimidad que un párrafo del artículo 14 de la citada norma era inconstitucional; por lo tanto, quedó sentada jurisprudencia favorable a fin de no criminalizar la tenencia de pequeñas cantidades de marihuana para consumo personal. En el mismo fallo, la Corte instó al Poder Legislativo a modificar la norma, lo que hasta ahora no ocurrió.

Estos antecedentes son válidos para considerar los datos actuales relativos al comercio de la marihuana.

Es un hecho conocido que en el último lustro se ha establecido un número de negocios de puertas a la calle, llamados tiendas de cultivo o grow- shops, que venden implementos para el cultivo del cáñamo índico en vivero, sólo dedicado al desarrollo de la planta. Éste es un signo de nuestros días de que las barreras sanitarias, éticas y legales que determinaban su prohibición se han ido debilitando no sólo aquí.

Así es como el 60 por ciento de unos 12 000 procesos iniciados en un año por tenencia de drogas para consumo personal quedaron desestimados.

En la transición que se viene operando en cuanto al modo de apreciar la marihuana influyen factores culturales a los que son sensibles las conductas de los jóvenes especialmente, que han ido modificando la percepción social.

Se observa esto en una encuesta realizada en 2011, por la Secretaría para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), entre estudiantes de enseñanza media (sondeo que se confecciona cada dos años). Según sus conclusiones, el 41% de los adolescentes no creía que hubiera riesgo en el consumo de marihuana. No obstante, el Observatorio de la Sedronar también reveló que el 10% de los consumidores debió buscar asistencia por el daño provocado.

Es de señalar, como nota expresiva de quienes comercian con esta sustancia, que en un procedimiento reciente en una casa de Lomas de Zamora los traficantes recurrían a palomas mensajeras para el transporte de pequeñas cantidades por vez y hasta un kg. de marihuana por día en varios vuelos.

Es evidente que la lucha contra las drogas y su constante penetración requiere reafirmar conceptos y límites, adecuar instrumentos legales y normas de acción, además de sostener en el tiempo el tipo de encuestas que realiza la Sedronar, brindando a esa dependencia largamente castigada por el poder central todos los instrumentos, insumos y recursos humanos necesarios para elaborar los correspondientes diagnósticos.

Que una sustancia de la naturaleza comentada sea consumida por cada vez un mayor número de jóvenes no es prueba de su inocuidad. A menudo se ha señalado el mal que produce el aumento de su consumo, por los riesgos de su dependencia y adicción. Asimismo, ha sido señalado el rol de apertura que una droga menor ejerce para avanzar hacia experiencias mayores. La suma de perjuicios conocidos debe gravitar en las decisiones de las autoridades y en el ánimo de la población joven y adulta.

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