El Mariano Aguilera

Nuevas denuncias sobre el irregular manejo del Salón de Julio como si fuera hacienda propia. Se irrespeta abiertamente la libertad del artista de interpelar a los sectores de poder a través de su obra. Esta se retira de la esfera pública por orden del alcalde o del director de cultura de siempre. En estas arbitrarias medidas nada cuentan la experticia de críticos o gestores culturales, el público o la misma comunidad de artistas contemporáneos.

A diferencia de este caduco Salón porteño, recibimos la grata noticia de un ‘nuevo’ Mariano Aguilera, que se reafirma en el procedimiento de convocarlo como premio, no como salón. Premio a propuestas y procesos, 10 becas otorgadas a experiencias en diversidad de prácticas artísticas que dan fe de la transformación permanente que vive la escena contemporánea nacional en diálogo con tendencias internacionales. Extraordinario trabajo del Centro de Arte Contemporáneo de Quito, jurados técnicos y artísticos que han logrado romper con el tradicional concepto de salón y que han trabajado en decenas de propuestas que se enviaron a las nuevas categorías instauradas: creación artística, investigación, curaduría, nuevas pedagogías del arte y publicaciones. Es sintomático el haber declarado desierta la categoría de curaduría, un llamado a crear procesos de reflexión y crítica desde las universidades.

La primera, la más nutrida, recibe 7 de las 10 becas otorgadas a propuestas jóvenes de artistas en su mayoría comprometidos con el gran cambio que sufre el país, rigurosos en el planteamiento de lo procesal, integrando lo transdisciplinar y las prácticas creativas que se enfrentan con las nuevas tecnologías, el audiovisual y la tradición. Desarrollarán sus propuestas en los siguientes 7 meses en corresponsabilidad con la institución. El artista de hoy también es un activista, un educador, un explorador de conceptos. Su presencia en la arena pública es fundamental para activar públicos y usuarios, no simplemente visitantes. Se desea un usuario partícipe que salga con experiencias y cuestionamientos de la realidad, en una exhibición no curada o dada de antemano, sino en un cúmulo de experiencias que no se quedan en objeto coleccionable.

Consecuentes con esos planteamientos se ha premiado, por la Trayectoria Artística, a Pablo Cardoso, un artista profesional excepcional que supo generar un lenguaje transicional hacia las nuevas prácticas, recorridos o geografías que pintaba recogiendo la visualidad propia de la fotografía y construía cartografías inquietantes, entre muchas otras propuestas.

Celebramos el Nuevo Mariano Aguilera como una forma de empoderamiento y ratificación de la creación artística del siglo XXI, modelo que podría tener interesantes repercursiones en otros salones del país.

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