Las luces de la pirotecnia para despedir el año viejo iluminaron durante dos horas la noche despejada de Manta, que poco a poco fue llenándose de humo. Algo parecido sucedió en otras ciudades como Guayaquil y Quito y en balnearios y valles donde la clase acomodada opta por la pirotecnia china. Los gobernantes de antes y ahora no están solos en sus preferencias.
La buena noticia es que el número de accidentes ha bajado con las campañas de sensibilización y con la promoción de fuegos artificiales más fáciles de manipular. La mala, que en la quema del año viejo se sigue usando pólvora y que los daños son visibles no solo en el maltrecho asfalto sino en los contenedores de basura. Pero vamos más allá.
Si uno se pone a observar el fasto con el que los ecuatorianos nos comportamos en esta época (una verdadera locura en compras, cenas y festejos al aire libre, regados con bastante licor), solo puede pensar dos cosas: o no estamos conscientes de la crisis económica o estamos demasiado conscientes de ella.
La primera hipótesis es más rápida de explicar que la segunda. En esta última -en la toma de conciencia de que las cosas no están bien y pueden seguir igual o empeorar- suele observarse la tendencia a gastar, a perder el control de las cuentas, pues ya mañana se verá. Algo así como las consignas setenteras: a gozar, a gozar, que el mundo se va a acabar.
Las autoridades monetarias están raspando la olla, hay recortes en el sector público y el desempleo es la mayor preocupación. Pero, al menos en los largos feriados de fin de año, no hubo signos de preocupación ni una actitud de ahorro. ¿Pensamos que ya todo está perdido y que de algún modo saldremos adelante? Mientras tanto, que no se note miseria.
¿Alguien está ahorrando un poco? ¿Alguien cree que la crisis puede ser tan larga como la falsa bonanza? Sorprende ver cómo los gremios de transportistas -desde luego no son los únicos, pero son los más visibles ahora por los recortes del subsidio a los combustibles- siguen actuando bajo la lógica de que deben conservar todas sus ventajas. Ni una menos.
Uno no sabe si reír o llorar cuando el ex dictador de Banana Republic dice que este Gobierno no tiene nada para auditar porque no ha construido nada, a propósito del informe de la ONU que halló un sobreprecio de USD 2 500 millones en cinco de sus obras, varias de ellas inservibles. Pero falta más de la mitad de las tan promocionadas megaobras por auditar. Para promover sus delirios, el Gobierno, cual mal padre de familia, vació las cuentas de ahorros, tomó prestado dinero de otras entidades, se endeudó de lo lindo (tarjeteó) y no dejó ni para las pensiones alimenticias.
Tardaremos en desaprender lo vivido. Hasta tanto, y ya que estamos tan dados al canto en estos días, citemos al poeta rockolero: ‘Por eso hermano, chúpate la plata, sácala del banco, si tú te mueres, otro la gozará’.