El coronavirus está oficialmente entre nosotros. Su contagio se relaciona con la migración en un mundo totalmente conectado, al punto que está causando no solo un perjuicio sanitario sino económico, aún más difícil de manejar. Estamos en manos de las autoridades de salud.
Se ha hablado de que hay sobreexposición mediática, aunque las cifras sobre contagiados y muertos, en relativamente poco tiempo, corroboran que es un problema de cuidado. Pero localmente también hay que ponerle ojo a cómo se están tratando algunos brotes del virus más viejo del mundo: la corrupción.
No se sabe en qué escala esté ocurriendo en estos tiempos de vacas flacas, pero sí se sabe que quienes se contaminaron, miles y miles, superaron con creces el dicho popular de que ‘en arca abierta, hasta el justo peca’. Ellos no solo amordazaron a cualquiera que buscara transparencia, sino que usaron sistemas teóricamente transparentes, como el portal de compras públicas, para beneficiar a quienes tenían información privilegiada.
Pero no era suficiente. En plena abundancia, inventaron un esquema de extorsión a contratistas para financiar su campaña electoral. Desde luego, el modelo supera los ‘acuerdos entre privados’ que defendía el expresidente Correa; raya en el Lava Jato y merece ser juzgado con todo el peso de la ley.
En el caso Odebrecht, las sentencias siguen corriendo pese a que los sentenciados son una pequeña parte, mientras que el dinero triangulado no aparece. Esa es otra de las maravillas de la globalización y de la posibilidad de acudir no solo a los viejos paraísos fiscales sino a los virtuales, en la web profunda.
Pocos contaminados están en cuarentena y otros tienen tratamiento especial de la justicia, pero muchos siguen fuera como supuestos perseguidos políticos. Otros comienzan a hablar. Alexis Mera dice que Pamela Martínez, clave en el caso Sobornos, recibía dinero de empresas mientras fue parte de la Corte Constitucional. ¿Por qué no la denunció?
Cristian Viteri, exasambleísta de AP y coordinador de la campaña de Viviana Bonilla, ha ratificado el esquema y ha mencionado nombres y apellidos de la crema y nata del correísmo. Un empresario dice que la cúpula de ese gobierno le exigió un millón de dólares a cambio de una obra. Nadie menciona al expresidente Correa, pero la fiscal Diana Salazar contaría con pruebas de un pago que se le habría hecho con los fondos virulentos.
Mera dice que no le interesan las campañas ni su financiamiento, ¿a Correa tampoco? Hay que ver también qué pasa en el juicio por el secuestro al exasambleísta Balda, con la llegada del exsecretario de la Senain. Si la fallida gestión para evitar su extradición la hizo Correa, quizás no fue con fines humanitarios.
El presidente Moreno sigue en detalle el coronavirus. Salazar lo hace con el virus de la corrupción. ¿Qué se resolverá primero?