os “vices” eran temidos en el Ecuador, sobre todo por los presidentes. Velasco Ibarra les temblaba. El Vicepresidente es un conspirador con sueldo, decía el Profeta. Pero han cambiado los tiempos y el “vice” Lenin Voltaire Moreno se irá el viernes a su casa, despidiéndose muy tranquilo, con un abrazo, del presidente Correa y del resto del mundo. Anunciando que a sus sesenta años dice adiós a la vida pública y deja constancia, por añadidura, que los gobernantes no deben eternizarse en el poder.
Moreno se marcha de la Vicepresidencia con un altísimo porcentaje de aceptación del público. Prácticamente sin voces en contra. Tanto que no faltan los hinchas que le aconsejan soñar en un ascenso con miras al 2017, pero él hasta ahora se niega por varias razones. “No, muchas gracias. Yo me retiro”, responde a los periodistas. “En política -dice a Manuel, uno de sus mejores amigos- pocas veces se dice la verdad y eso te estorba porque tienes que acostumbrarte a jugar con las mismas cartas del póker”. Otras veces no se pone tan serio y prefiere volver al humor que tanto le sirvió hace 15 años. “Pasé cuatro tendido en una cama y mi mejor calmante fue el humor. Hoy prefiero no acordarme de esa tragedia”. Pero todos saben que un ladrón maldito -a quien ya había entregado la llave del carro- le hizo un disparo sin ningún motivo y le destrozó la columna. Cuando -por las cosas de la vida- llegó a la Vicepresidencia del Ecuador fue un suceso que le dio ánimo y algo mejor. La oportunidad de ayudar a miles de discapacitados que yacían en el abandono y en la desesperación. “Una mujer vivía en un gallinero. Vimos incontables casos inauditos y desesperados. Felizmente tuvimos el aporte de los recursos oficiales y yo di todo lo mío. Es una misión que nunca debe terminar”. Los programas Manuela Espejo y Joaquín Gallegos Lara, el circo del barrio y todos sus aditamentos se unen a las voces que claman por la continuación de esos programas y sus historias sencillas y humanas.
A veces no se sabe si habla en serio o en broma. Cuando un entrevistador le preguntó qué le había significado la candidatura para el Premio Nobel de la Paz respondió ¿que me ha traído? Dificultades. Hasta mi casa cuando un poco me enfadaba el comentario era… “chao premio de la Paz”. En las jornadas sabatinas que le encargaron nunca descalificó ni fustigó a nadie. La Vicepresidencia del Ecuador, luego de tantas horas de dolor, ha sido un momento singular de su vida. Se dio tiempo para muchas actividades, hasta para cantar, afición en la que luchó por el primer puesto en la escala gubernamental.
Es justa esta despedida. No hubo de por medio un encuentro personal y esta nota proviene de encuentros con otros periodistas. No hay duda de que se marcha un “Vice” muy interesante y que ha merecido la atención de la comunidad por sus acciones y su personalidad. Buena suerte don Lenin Voltaire Moreno Garcés.