El escritor-periodista Miguel Molina Díaz se autodefine como “un aficionado a la literatura”. Sin embargo, es autor de algunas obras y ensayos que permiten diagnosticar que tiene futuro dentro de las letras nacionales. Llamó mi atención un amplio reportaje intitulado ‘Marcelo Chiriboga: Elegía del más grande’, publicado en su blog. Comienza por explicar que para escribir sobre el personaje “un rubor tormentoso me congela”.
La narración fluye sin tropiezos para describir al único escritor ecuatoriano superior a Borges y a Cortázar, el más genial del boom latinoamericano, cuya obra trascendió fronteras. Durante su juventud, Chiriboga militó en el Partido Comunista, pero al proclamarse partidario de la economía de libre mercado, sintió la persecución interna y se exilió, nunca regresó a la patria. Hasta aquí la ficción.
Molina Díaz aterriza así: En 1997, sin poder más con la duda, Jorge Enrique Adoum se acercó a Carlos Fuentes para preguntarle sobre el insigne escritor cuyos libros, hasta entonces, eran imposibles de adquirir. “Esa fue una invención de Donoso (José). Era el miembro que le faltaba al boom”. El 2001 Fuentes ratificó en una entrevista para Diario EL COMERCIO que Chiriboga fue su intento y el de Donoso para sacar a la literatura ecuatoriana de su anonimato dentro del boom.
La invención de este personaje, a criterio de Molina Díaz, no fue en modo alguno un irrespeto a la literatura de Ecuador, pero se pregunta ¿cuál literatura? El mismo Adoum dijo alguna vez que si César Dávila Andrade hubiera nacido en México o en Argentina sus obras hubieran sido traducidas a todos los idiomas. Algo parecido manifestó el año pasado Javier Vásconez en un reportaje publicado en la Folha de Sao Paulo.
Esta introducción era necesaria para contar que Santiago Gamboa, uno de los más brillantes escritores del nuevo boom literario de Colombia, también recurre a la ficción para nombrar a tres escritores ecuatorianos en su novela ‘Los impostores’.
Crispín Rocafuerte, Arístides Chivitá y Ramón Roncancio. En la novela de Gamboa, autor de ‘Océanos de arena’, estos escritores fueron seleccionados para participar en un seminario sobre la obra de Jorge Icaza en la Universidad de Austin, Estados Unidos.
El organizador de este encuentro literario era el profesor peruano Nelson Chouchén Otálora, de origen chino, personaje gracioso, autor de libros poco conocidos, con excepción de ‘Cuzco blues’. Siempre necesitado de reconocimiento público, Chouchén pretende corromper a Roncancio, pero jamás imaginó que el ecuatoriano lo delataría. Ese episodio intrigante forzó la idea del peruano por descubrir sus raíces en China y dejar la universidad. Mi opinión es que en una sociedad tan globalizada, el fantasma de Chiriboga debería desaparecer de la memoria, pero ahí están Chivitá, Rocafuerte y Roncancio.