Hay ocasiones en las cuales, el mundo regresa en la máquina del tiempo 20 ó 30 años y hay ocasiones en las cuales, el regreso implica algunos siglos de distancia. En el primer caso, acabamos de ver cómo 10 espías rusos son arrestados en los EE.UU. y convictos. Sorprendentemente, entre los espías arrestados estaba una peruana, Vicky Peláez, que confesó su culpabilidad, pero se justificó diciendo que los rusos le ofrecieron vivienda y USD 2 000 por mes, de por vida. En el segundo caso, vemos cómo una madre de dos hijos es condenada por adulterio en Irán a una pena milenaria: ser apedreada en una plaza pública hasta la muerte. En el primer caso, apenas estamos viendo los episodios inéditos de la Guerra Fría entre las dos grandes potencias; en el segundo caso, el endurecimiento del régimen islámico que se resiste a dejar atrás o hacer interpretaciones modernas a la Ley Islámica.
Sakineh Mohammadi Ashtiani es una mujer de 43 años que fue acusada en el 2006 de “mantener relaciones ilícitas” con dos hombres fuera del matrimonio (su esposo había muerto hace años) y por ello fue condenada a 100 azotes públicos y luego liberada. El tema es que apenas dos años después un juez decidió que el caso no estaba cerrado. El juez, ante la falta de pruebas, tomó la decisión de condenarla. Ella siempre se declaró inocente de los cargos. Y fueron sus hijos, de 22 y 17 años, quienes emprendieron una campaña internacional y pidieron ayuda a Amnistía Internacional para que salven a su madre de esta pena macabra.
En esta campaña, activistas de derechos humanos han golpeado las puertas de los gobiernos estadounidense, británico y recientemente la del gobierno brasileño, como el gobierno que más cercano está este momento de Irán como para apelar la condena. Esto se logró apenas el viernes, cuando voceros internacionales de Mahamud Ahjmadinejad dijeron que la sentencia de apedreamiento iba a ser suspendida. Aunque no se sabe si la sentencia de muerte por otros medios va a seguir en pie. Según Amnistía Internacional, al menos 40 mujeres más han sido sentenciadas a una pena como esta, aunque en algunas regiones de Irán, la sentencia queda escrita como tal y se conmuta la pena por otros castigos más leves. El apedreamiento sigue siendo una posibilidad y las ejecuciones en Irán siguen en firme, como en otros países , sin que exista voluntad política para eliminar definitivamente la sentencia de muerte. China e Irán llevan la delantera con 1000 y 388 ejecuciones solo en el 2009, pero también hay sentencias de muerte en EE.UU. y Japón, que son estados democráticos.
En Irán, la situación se agrava, porque no se trata de penas contra criminales peligrosos, sino contra mujeres sin capacidad de decisión sobre su vida familiar, peor aún sobre su cuerpo. El régimen iraní definitivamente ha creado su propia máquina del tiempo.