Mientras el pueblo sensato y lúcido de Chile rechazó de plano en las urnas y de manera contundente la propuesta de nueva Constitución, llena de novelerías y demagogia aprobadas por la extrema izquierda, en Ecuador urge la necesidad de ir a una profunda reforma legal y constitucional para salir de la bazofia de alcantarilla en la que se practica hoy la política.
Un reflejo de ello es la vergonzosa Asamblea, cuyos integrantes merecen irse a su casa no de vacancia sino definitivamente con la muerte cruzada. La mayoría se burla descaradamente del país y se debate en el juego de sus intereses, sin importarles las necesidades y angustias de los ciudadanos. Dirigidos por quien no tiene calidad moral por las mañoserías, atropellos y doble discurso que utiliza. Ese es el caso de las dilatorias para la reconsideración de la votación en el juicio político a vocales del CNJ, que abona más en inseguridad jurídica.
El país está obligado a sacudirse y salir del entrampamiento en el que se encuentra a partir de la vigencia de la Constitución del 2008. Con graves irregularidades durante el correismo, hasta con errores profundos de contenido denunciados oportunamente, cuyo texto fue alterado después en el Palacio de Gobierno antes de poner en consideración del pueblo, que ingenuamente cayó y votó a favor. Allí están los resultados y obliga a salir de esta situación, atrapados y amarrados por esta camisa de fuerza que dejara el fracasado y corrupto socialismo del siglo 21. Chile se libró, pero se va a empeñar en hacer los cambios sensatos que necesita.
Con cinismo y audacia, el correismo, sin haber ganado elecciones, presiona para lograr impunidad y revisión de sentencias condenatorias por corrupción, mientras el presidente de la Conaie hace el juego y amenaza a cada momento con nuevas acciones violentas. ¿Puede el Ecuador vivir sometido a un dirigente, acorralado por estas posiciones radicales y sujeto a la agenda desestabilizadora de sectores que solo piensan en ellos, sus apetencias por el poder y no en el país?