De un origen religioso que habla de dos principios: el bien y el mal, se penetra en el área política y produce contraposiciones extremas, exclusión social e irreconciliables situaciones previas a la confrontación material que pervierte el orden social. No es una ideología, sino una creencia fanática de que el mundo está dividido ente buenos y malos. Gracias a alguna divinidad siempre el bueno es el sujeto que lo proclama y el otro es el condenado a las penas del infierno.
Es muy probable que la campaña de la segunda vuelta se convierta en una hoguera tratando de convencer al ciudadano para que al sufragar escoja entre el candidato que representa al bien y deseche al contrario por perverso. En ese contexto no hay adversarios sino enemigos. No habrá término medio, balance ni equilibrio. Es una especie de juicio final.
Este proceso religioso o político es probable que continúe después de los resultados finales. Sin embargo, no se dio con igual intensidad en el período que se denomina ‘correato’. Sin apoyo de la violencia física, el ataque a la prensa fue contundente como el caso de El Universo, Emilio Palacio y a otros; pero no hubo periodistas desaparecidos o eliminados. No se registraron casos de terror como el del general Jorge Gabela. El asedio, la manipulación, la represión política y la corrupción sí fueron una constante demoledora. ¿Y la oposición, estaba acaso bajo toque de queda o en descarados amores prohibidos con el régimen? La hegemonía política en la Municipalidad de Guayaquil siguió vigente y a los candidatos de esa supremacía local solo fueron vencidos recientemente en las urnas y no en una sabatina. La educación privada, particularmente la universidad, fue perseguida, pero resistió pues el autoritarismo con todo el poder del Estado suele ser torpe. ¿En esta indagación, es necesario conocer cómo perdieron en el 2021 la hegemonía parlamentaria las bancadas de la derecha? Es posible que haya sido un descuido de los vocales del TSE preocupados solo de las presidenciales; por eso les urge importar de emergencia la vacuna contra la derrota en las urnas. Si son ciertas las advertencias sobre la ‘venezonalización’ como antes el miedo a Cuba y al peligro comunista de los soviéticos, es hora de que ensayen una resistencia parlamentaria contra desafueros extremistas desde el poder; de todas maneras, puede ser verdad que han visto al diablo en ciertos bosques. Para tal propósito hay que recordar que la principal arma del ‘correato’ no fue la represión sino la droga imbatible de la corrupción “. Por eso, si es que regresa, hay que advertir que no cuenta con mayoría parlamentaria ni pueden reeditar el episodio de los idiotas de los” manteles blancos” que fueron los que dejaron la puerta abierta a media noche y sin luz eléctrica. Es posible que post resultados de la segunda vuelta, líderes y movimientos como los de la nueva camada de la Izquierda Democrática comprendan que la política es de hoy y también para mañana, y que no sean tentados a bailar cumbia.