Hay una divertidísima canción que cuenta la historia de un mamut chiquitito con tendencias suicidas. En resumen, el mamut quiere hacer cosas extremadamente peligrosas o altamente riesgosas y siempre hay algún ‘amigo’ que le ayuda a llevarlas a cabo. Al final, el mamut se muere.
A pesar de haber hecho una larga búsqueda en Internet, todavía no tengo claro quiénes son los autores de la canción, pero lo que sí está claro es que es muy divertida. Cuenta, por ejemplo, que el mamut quería fumar y, por más que intentaba, no podía fumar. Entonces, un perro, su ‘amigo’ lo quiso ayudar y 500 cigarrillos lo hizo fumar. “¿Y qué pasó?”, dice una voz muy discreta en la canción. “Cáncer, al mamut le dio cáncer”, contesta un coro.
Después de intentar volar y caerse de un quinto piso, de aprender a fumar y contraer cáncer, de aprender a beber y ganarse una cirrosis, de acostarse con cien prostitutas y contraer sida, el mamut aprende a drogarse y, luego de la sobredosis, se muere.
Lo curioso es que en cada uno de los pasos errados que toma, siempre hay un ‘amigo’ que le ayuda a seguir adelante por el camino equivocado.
Redactemos, ahora, una canción para un país muy bonito que se quería refundar. Y por más que intentaba no se podía refundar. Entonces, unos constitucionalistas, sus ‘amigos’ le ayudaron a una nueva Constitución redactar. ¿Y qué pasó? Pues el país terminó con la Constitución número 20 de su historia, quizás la más larga del mundo, confusa y llena de dedicatorias y, sobre todo inaplicable.
Una constitución llena de ofrecimientos y promesas incumplibles, que facilita andar pidiendo revocatorias a medio mundo y que complica enormemente la inversión en petróleo. Tan inaplicable que varias leyes aprobadas después de la Constitución, la violan.
Una canción para un país que quería implementar la planificación. Y unos izquierdosos de los años 50, sus ‘amigos’ le ayudaron a planificar. Y un Código de Planificación y Finanzas Públicas le fueron a proponer. Un código que parece sacado de la legislación de algún país comunista tras la cortina de hierro, donde el mundo se movía según los famosos planes quinquenales. Un código que centraliza todo sector público en manos de una secretaría técnica y que bien podría poner al sector privado bajo las órdenes de los iluminados burócratas planificadores.
¿Y qué pasó? Pues que la pró-xima semana se va a debatir ese código en primer debate y, como es un proyecto económico urgente, bien podría ser ley en menos de 3 semanas.
Un país gobernado por unos señores que despreciaban el crecimiento, entonces unos asambleístas, sus ‘amigos’ le crearon la más absurda inseguridad jurídica y la gente dejó de invertir. ¿Y qué pasó? El país dejó de crecer, la pobreza dejó de caer. Al final de la canción el país sobrevive. Con las justas.