Malvados... quieren ahorrar en salud

En el debate económico en el Ecuador es demasiado común oír cómo se insiste e insiste en mitos carentes de fundamento. Y los mitos no son más que falacias tan repetidas que nadie se pone a analizar si en realidad son correctas. Una de esas es que todo aquel que proponga bajar el gasto público está proponiendo, automáticamente, que se reduzca violentamente el gasto en educación y salud.

Aseverar que cualquier reducción de lo que gasta el Gobierno implica, siempre o casi siempre, una reducción del gasto en educación y salud solo puede ser el resultado de desconocer la estructura del gasto público. Si se revisa la información del Banco Central sobre los gastos del Gobierno, resulta que en el año 2015, toda el área de “Salud y desarrollo comunal” solo recibió el 9.4% del Presupuesto.

Por su parte, el gasto en “Educación y Cultura” no es mucho mayor y únicamente representa el 13.7% de lo gastado. Por lo tanto, el 77% del gasto no es ni en educación ni en salud y se podría hacer un fuerte ajuste del Presupuesto sin siquiera topar a ninguno de esos dos sectores. Se podría tener menos ‘ministerios de la felicidad’, menos planicies para refinerías inexistentes, menos sabatinas y mucho menos burócratas sin siquiera insinuar un solo centavo de ahorro en esos dos sectores.

Pero se podría ir más allá del simple desmonte de una falacia, para preguntarse por qué un mito con tan poco fundamento está tan difundido y la respuesta necesariamente terminaría en un análisis del populismo y de los argumentos que usa. Terminaría en mirar esa habilidad que tienen los populistas para ignorar la complejidad del mundo de los números, ignorar el mundo donde las cosas no son ni blancas ni negras, donde rara vez las cosas son el 100% del algo, donde hay que hablar con datos y no solo con sentimientos. Ese mundo donde un ajuste en el gasto no necesariamente tiene que significar un sufrimiento para los más pobres.

Y eso es porque para el lenguaje populista siempre es importante silenciar los datos, simplificar todo a sentimientos y poner dolor y drama en cualquier paso hacia un presupuesto equilibrado. Obviamente, ignorando las causas que llevaron a ese desequilibrio presupuestario. Porque lo que nunca analizan los populistas es cómo se llegó a un déficit fiscal como el que tenemos hoy, tan grande que es ineludible reducir el gasto porque el hueco que hay no se puede tapar cobrando más impuestos.

Si se quisiera cubrir el hueco subiendo impuestos, el Gobierno tendría que recaudar unos USD 6 000 millones adicionales de tributos, algo equivalente a duplicar el IVA. Y eso sí produciría un drama porque golpearía a todos los ecuatorianos y, con más dureza, a los más pobres.
Pero la culpa está en quienes subieron el gasto hasta un nivel tan alto que solo se vuelve sostenible con un IVA del 24%, no está en quienes piden un ajuste en los gastos.

@VicenteAlbornoz

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