Uno de los mitos que más ronda en la ideología de la izquierda latinoamericana es la historia del “deterioro de los términos de intercambio”, otro término complicado para justificar una supuesta condena perpetua a la pobreza. Pero es tan falso como todos los mitos.
La idea central era que en el mundo, los productos industrializados siempre iban a subir de precio, mientras que los precios de los productos primarios (agrícolas y mineros) estaban condenados a caer para siempre. Todo esto se basaba en estadísticas de los precios del café y de los tractores de los años 50 y 60. En esa época, el precio del café cayó en relación al precio de los tractores y se decía que cada vez se necesitaba más quintales de café para comprar un tractor.
El problema es que en los 20 años posteriores a la II Guerra Mundial, producir tractores era complejo y en el mundo había pocos países en los cuales se podía hacer, con tranquilidad, las cuantiosas inversiones necesarias. En la práctica sólo se lo podía hacer en los EE.UU., Japón o Europa Occidental. Los países comunistas y aquellos en desarrollo quedaban fuera por problemas políticos o de infraestructura. Por eso (porque había pocos sitios para producirlos) los tractores y los productos industrializados eran costosos de producir, mientras que producir café o bienes agrícolas requería menos inversión y se lo podía hacer en muchas partes del mundo (por cierto, la hipótesis del “deterioro” era uno de los pilares de la teoría de la dependencia).
Pero el comunismo cayó y China encontró el camino al desarrollo respetando la inversión privada y atrayendo la inversión extranjera. Y el mundo cambió, porque de golpe, había un país en el cual se podía invertir con tranquilidad, donde la mano de obra era abundante, disciplinada y de buen nivel.
Con el ingreso de China en el mundo de las manufacturas, producir bienes industriales se volvió mucho más barato. Y como se necesita de minerales y petróleo para las industrias, esos son los bienes que sí subieron de precio, al igual que los productos agrícolas necesarios para alimentar a la creciente clase media de China, India, el sudeste asiático y Brasil.
Así, en el año 1999 se necesitaban 15 barriles de petróleo para comprar un celular (uno de esos aparatos enormes y que no mandaban ni mensajes de texto). Ese era el mundo del barril de USD 8 y de los celulares básicos de USD 120. Hoy, para comprar un celular tan sencillo se necesita la mitad de un barril de USD 100. Y con 15 barriles se puede comprar un par de computadoras.
Cosas similares han ocurrido con muchos otros bienes primarios como hierro, cobre, trigo y con los aceites vegetales. Todos esos productos han subido de precio mientras la más alta tecnología ha bajado de precio. El “deterioro de los términos de intercambio” no es una tendencia secular y producir café, trigo o hierro no condena a nadie a la pobreza.