El fin del mundo mexica fue precedido por los ocho presagios funestos de Moctezuma, el tercero de los presagios era el fuego que no se apaga. El templo de Huitzilopochtli, aún siendo de piedra, comenzó a arder por la noche; cuando el pueblo se acercó con agua para sofocar las llamas, éstas ardían con más fuerza.
Algunos creen que los presagios solo son cuentos fantásticos para atemorizar a ingenuos aldeanos, pero es mejor creer que son lecciones que nos enseñan que debemos estar atentos para discernir los signos de los tiempos, entender lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Los signos de nuestro tiempo no son nada buenos. Hay mucha pobreza porque hay mucho desempleo. Las estadísticas ocultan la realidad. Cuando un padre de familia trabaja unas horas, cuando puede, y ya no busca trabajo porque ha buscado mucho tiempo y sabe que no hay, no califica como desempleado en nuestras estadísticas.
La violencia es otro signo de nuestro tiempo, no solo en las cárceles, donde la violencia es extrema, sino en las calles donde gente desesperada asalta, roba, hiere. También en las empresas creadas con mala fe para estafar a sus clientes y en las instituciones del Estado en las que se inventan dificultades para vender facilidades.
Otro signo de nuestro tiempo es la indiferencia de la gente que ha dejado de creer en sus autoridades, en su país, en la palabra oficial. La indiferencia es el mayor desprecio a los políticos porque ve los juegos del poder como juegos absurdos que no respetan reglas ni hay competencia pues los jugadores pasan de un bando a otro y los árbitros forman parte del juego. Estos juegos no divierten a nadie.
Otro signo de nuestro tiempo es la confusión general, no hay lógica ni claridad, la mentira se mezcla con la verdad, los acontecimientos son artificios creados para ocultar otros acontecimientos. Se vende gato por liebre. El endeudamiento se vende como una muestra de confianza en el país. Se pretende crear una contribución especial para pagar a los jubilados.
En fin, otro signo de los tiempos es la batahola política que envuelve a casi todos los poderes del Estado. La Asamblea no ha cumplido el mandato popular de la consulta de aprobar una ley para expropiar los bienes de los corruptos, y se entretiene y gasta el tiempo en juicios políticos insulsos que solo garantizan mayor confusión. El Ejecutivo no controla las cárceles; ha paralizado la economía y solo se dedica a sobrevivir. El poder judicial no garantiza la justicia. Los jueces se niegan a cumplir la ley, a responder por los fallos y dar cuenta de la riqueza que han acumulado.
Estos malos presagios indican que algo grave puede ocurrir. Hace dos mil años Jesús dijo: “Cuando ustedes ven una nube en el cielo dicen: lloverá y llueve. Si hay viento del sur dicen; hará calor y así es. ¡Hipócritas! Pueden predecir el clima y no son capaces de discernir los signos de los tiempos”. Hagámonos cargo de estas verdades.