Columnista invitado
Soy un defensor de la igualdad, no emito epítetos de ningún tipo que determinen una actitud racista, por el contrario, defiendo la igualdad de las personas a un nivel que pocos en el país lo hacen, pero no puedo esconder mi punto de vista sobre lo sucedido en los disturbios y desmanes recientes.
Muchos pregonan que ha existido sensibilidad del Presidente de la República en la derogatoria del decreto 883, otros indican que la protesta debe ejercerse y que es un derecho ciudadano hacerlo y que en los disturbios se evidenciaron odios e inconformidades debido a un olvido permanente por parte de las autoridades para con las minorías y que esto detona las acciones ocurridas días atrás.
Los indígenas fueron manipulados, por más que digan que no, y no solo esto, se juntaron al correísmo. Se dieron cuenta que no era prudente seguir en el equipo del vandalismo, por lo que se desmarcaron unos días después pero ya muy tarde. Aprovecharon una decisión gubernamental para demostrar su capacidad de movilización, sometida en el gobierno anterior por sus actuales colegas de protesta, recordando al país que están en capacidad de paralizarlo y que tienen la influencia suficiente para hacer cambiar una decisión de Estado. En su discurso Vargas dijo al país que ellos son los dueños del agua, los alimentos y el petróleo. Ofendieron al pueblo y al Gobierno, no dialogaron, fueron a una mesa a medir su fuerza y sometieron al Presidente y humillaron a sus ministros. Así sucedió y todos lo vimos en la pantalla.
Por otro lado, una población delincuencial integrada por mercenarios extranjeros, que también se hacen presentes en Chile, compartiendo el amedrentamiento en los campos y las ciudades. Inconcebible. Maduro exportó buena gente y también quienes supieron actuar por un salario diario y deben ser expulsados del país y no queremos que se queden.
A los amigos indígenas, decirles que deben respetar la propiedad pública y privada, las leyes y a sus conciudadanos, tampoco son los llamados a definir quien paga impuestos y quien no. Que tampoco son los dueños del país y que si quieren gobernar deben ganar en las urnas. .
El Ecuador debe cambiar, se vio podredumbre en varios participantes, se vio irrespeto, delincuencia de la peor y una juventud que esta más cerca de los delincuentes que de la razón y la sensatez.
Una década muy perdida, con narcotráfico incrustado, con fraccionamiento social, con irracionalidad y odio.
Correa y sus compinches sin duda cambiaron el país, no solamente por la corrupción galopante sino también porque nos dejo un Ecuador con los valores en decadencia donde el buen ejemplo es escaso.
¿Hay que reconciliar el país o recuperar los valores perdidos? La tarea es clara para mí.