La historia es fascinante pues conjuga uno de los eventos más dramáticos del siglo XX, la guerra civil española, con el brillante y valiente trabajo de tres jóvenes fotógrafos -Robert Capa, Gerda Taro y Chim Seymour- quienes cubrieron los desastres de la guerra desde el lado republicano. Capa es el más célebre fotógrafo de guerra de la historia, el inventor del género como se lo practica ahora, jugándose la vida en medio de las balas porque, como afirmaba él mismo: “Si tus fotos no son suficientemente buenas es porque no estás suficientemente cerca”.
En realidad se apellidaba Friedman, había nacido en Hungría en 1913 y marchó a España con su compañera Gerda y su pana Chim porque querían apoyar con sus fotos al bando republicano que luchaba contra el fascismo. Gerda murió atropellada por un tanque en 1938 y Capa retrató al año siguiente las condiciones inhumanas que soportaban los miles de exiliados de la derrotada República en los campos de concentración que montó Francia para albergarlos.
Como en un thriller de la vida real, cuando estaba a punto de estallar la Segunda Guerra Mundial, se extravió una maleta con unos 4 500 negativos de los tres amigos. Durante largas décadas nadie supo de ella, se oían rumores sobre su paradero, muchos la daban por perdida, hasta que finalmente apareció en un armario de la familia de un militar mexicano. No era tan raro que hubiera recalado en México pues hacia allá enfiló el grueso del exilio español, pero el impacto que causó su hallazgo en el mundo de la fotografía fue inmenso, pues esos negativos conservados en buen estado permitieron recrear el método de trabajo de estos pioneros, al tiempo que brindaban un enfoque global del conflicto que los nazis utilizaron para perfeccionar el bombardeo de ciudades como Guernica.
En el conmovedor documental llamado precisamente ‘La maleta mexicana’ -que pude ver la otra noche en Netflix-, el escritor Juan Villoro define a Capa como un Indiana Jones que se inventó a sí mismo. En efecto, armado de su cámara de fotos, Capa fue el aventurero total que cubrió la invasión aliada a Italia, fue de los primeros en desembarcar en Normandía y hasta se lanzó en paracaídas tras las líneas alemanas durante el avance hacia Berlín. Luego fundó en París, con Chim, Cartier-Bresson y otros capos, la agencia Magnum, se acostó con las mujeres más lindas, incluida Ingrid Bergman, cubrió el conflictivo nacimiento del Estado de Israel y finalmente murió el pisar una mina cuando fotografiaba para ‘Life’ la retirada de los franceses, derrotados en Indochina en 1954.
La maleta fue donada al International Center of Photography que ha reunido en Nueva York la obra de Capa, cuya foto del miliciano alcanzado en el aire por una bala fascista continúa siendo el ícono máximo de la guerra civil española.