Fánder Falconí (O)
La crisis global continúa. China no ha dejado de crecer, pero bajó el ritmo; mientras la India apenas aceleró el paso. Estados Unidos no termina de recuperarse del golpe de hace siete años, aunque tampoco ha retrocedido en sus esfuerzos. Europa salvó este año su precioso euro, pero a qué costo y Grecia lo sabe.
¿Y Latinoamérica? Brasil está en recesión, para empezar. Y toda la región padece de su condición de exportador de materias primas y alimentos. El boom de precios de los años 2000 no sirvió para diversificar la especialización, sino que ahondó la reprimarización (mayor peso en términos monetarios de los productos primarios) y la extracción de materiales. El aumento de la extracción de materiales provoca un mayor impacto ambiental.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en su Balance Preliminar 2015, nos aclara el panorama. Los precios de los productos básicos que exporta la región han bajado en promedio 9% durante 2015, afectando la balanza comercial y la balanza de pagos Pero eso en conjunto, pues en Centroamérica y el Caribe los términos de intercambio mejoraron en 2015, mientras en América del Sur cayeron. Las mayores pérdidas fueron para los países exportadores de petróleo (como es el caso de Ecuador).
Aunque Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, llama a la situación actual de la economía mundial la ‘Nueva Mediocridad’, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz habla de la continuación del ‘Gran Malestar’. Él advierte que estamos ante una falta de demanda agregada, provocada por una combinación de creciente desigualdad y una austeridad fiscal sin sentido. Quienes más tienen gastan mucho menos que quienes tienen menos. El dinero va a los másricos y la demanda disminuye. Para los países que experimentan limitaciones al endeudamiento, Stiglitz sugiere un aumento del gasto gubernamental y una elevación de impuestos equivalente, a fin de estimular la economía.
Alemania, con un alto superávit, compra cada vez menos de afuera. Estados Unidos ha disminuido medio millón de empleados públicos desde 2008; lo normal hubiera sido que aumentara dos millones más.
Sin embargo, no cabe desesperarse. La misma Cepal advierte que aunque en 2016 los términos de intercambio seguirán negativos para América Latina, el deterioro será mucho menor que en 2015. Ahora bien, la cuestión de fondo es nuestra deficiente inserción internacional como vendedores de productos primarios y compradores de bienes y servicios tecnológicos. Una estructura económica que mantenemos desde el siglo XIX.
No será fácil capear la tormenta, pero como país y como ciudadanos deberemos hacerlo.