Maldición del último minuto
La Selección del Ecuador se quedó fuera del Mundial tras una primera etapa en la que completó 4 puntos, (como Argelia, Nigeria, EE.UU. y hasta Grecia -con menos dos de gol promedio-) y desató la ira contenida en la voz agresiva y anónima de las redes sociales contra el establecimiento del fútbol.
14 millones de ‘técnicos expertos’ en balompié, como siempre ocurre, dan su opinión sobre las decisiones y dudas del DT, la lista oficial y los jugadores que no fueron convocados, y hasta la falta de entrega.Es inevitable. Los datos muestran que la inauguración fue seguida por más de 42 millones de personas en televisión. Al partido de un Mundial se enganchan no solo los infaltables al rito de la bautizada como religión laica, como feligreses de cada domingo, sino hasta las abuelitas o los monjes de claustro y más de uno es capaz de mentar a la inocente madre de algún árbitro sospechoso o miope.
Cuando se comparte el sabor del triunfo, todo es amor y euforia. Recordemos hace pocos meses la fiesta callejera compartida, los abrazos en los estadios o en las calles con los goles vivificantes del ‘Chucho’, ‘Felipao’ o Montero. Como el primero de ellos pasó prematuramente a mejor vida en la cúspide de su éxito futbolístico, hoy es venerado, pero a los otros dos varios los señalan como culpables de casi todo.
El director técnico Reinaldo Rueda ha mostrado seriedad, conocimiento y prudencia. Ahora lo critican, ayer le agradecían. Cumplió con clasificarnos al Mundial y quizá llegó a su límite; él mismo en su fuero interno evaluará si se cumplió un ciclo, como ha ocurrido con Vicente del Bosque (campeón con España en 2010), Cesare Prandelli de Italia o Luis Fernando Suárez de Honduras en este Mundial.
El fútbol desata pasiones positivas pero también las bajas como ocurre con las barras bravas de Argentina, o como eran los ‘hooligans’, con desafueros y agresiones inexplicables, especialmente cuando actúan al amparo y anonimato de la masa.
Los especialistas de los medios que no se ciegan por la pasión del triunfo o se ahogan en la amargura de la derrota coinciden en una misma reflexión. Al fútbol ecuatoriano, en general -salvo excepciones honrosas-, le falta ‘proceso’.
Los semilleros de futbolistas deben fomentarse desde las divisiones inferiores y tardan años en rendir frutos. Los pequeños, que suelen venir de poblados humildes, requieren de alimentación, base técnica, disciplina y formación integral en lo futbolístico y humano. Solo entonces el potencial innegable se multiplicará.
Siempre será sano recordar que el fútbol no es la patria, aunque se los desfigure por conveniencia de los oportunistas de siempre.
Los partidos se deben jugar hasta el final. La maldición del último minuto, como ocurrió con el gol de Uruguay en la eliminatoria para Sudáfrica o en el partido con Suiza en este Mundial pasan factura más allá de la anécdota. Pronto miraremos hacia Rusia 2018 para superar los logros y frustraciones de Corea-Japón, Alemania y Brasil.