En momentos en que la Asamblea da los toques finales al cuestionado proyecto de Ley de Comunicación, calificada como “Ley Mordaza”, con la que se pretende coartar la libertad de expresión, controlar e intimidar a la prensa libre, los gobernantes de turno y sus obsecuentes voceros intensificaron la campaña de desprestigio e injuria que emprendieron hace más de tres años contra los medios del país.
Ante las indiscriminadas tergiversaciones respecto a la función que cumplen periódicos, canales de televisión y radiodifusoras independientes, varios de ellos y organismos gremiales exigieron al Gobierno y, particularmente, al Secretario de Comunicación, que señale cuáles son los medios corruptos y delictivos a los que se hace referencia en los ‘spots’ con los que se empalaga en las transmisiones del campeonato mundial de fútbol, a través de los canales incautados, que se resisten a venderlos.
La directora de EL COMERCIO, señora Guadalupe Mantilla de Acquaviva, manifiesta en su misiva: “En ejercicio de los derechos constitucionales que nos corresponden, exigimos a usted, con firmeza y públicamente, que, honrando el poder que ostenta -que le pertenece al pueblo- precise, con claridad y sin los usuales subterfugios, cuáles medios concretamente son los corruptos, de qué actos delictivos se los acusa, en qué tribunales se ventilan las infracciones, cuáles son las sentencias que acrediten la supuesta y no admitida corrupción. Usted está obligado, por la dignidad del cargo que ostenta, a responder en forma precisa y oportuna y a hacerse cargo de las consecuencias de tales aseveraciones”.
Pero el Secretario de Comunicación, en vez de precisar, con responsabilidad y valentía, los señalamientos de la Directora de este Diario, recurre “a los usuales subterfugios” y sofismas, se lava las manos y responde que ha “procedido a remitir el tema la Secretaría Nacional Jurídica de la Presidencia de la República para que dé a su pedido el trámite que corresponda”, lo que demuestra falta absoluta de argumentos y pruebas, que se trata de suplir con la maledicencia, que es su fuerte.
La Aedep, que representa a los principales medios impresos del país, reitera, en un comunicado, su “indignada protesta por la vergonzosa, infamante y millonaria campaña pagada con fondos públicos”.
”Nos ofende gravemente -agrega- al acusarnos, en forma genérica e irresponsable de mentir, ser arrogantes y ladrones”.
Ni qué hablar de la actuación de la diligente jueza que desechó el pedido de medidas cautelares planteado por tres asambleístas para que se suspendan los mensajes ofensivos contra la prensa, ni del comportamiento del ex periodista que preconiza tan manoseado proyecto, quien merece estar en los altares junto al apóstol que entregó a su Maestro a sus verdugos’