Los medios de comunicación y las redes sociales recogieron la noticia de que una niña de siete años había sido dejada sola, por más de una hora, en el interior de un vehículo, mientras su madre y su pareja actual habían ingresado a un casino-hotel en una ciudad cercana a Hollywood. Los adultos fueron detenidos y acusados de “abuso infantil sin daños corporales graves”. Un delito frente al que existe “tolerancia cero” debido a que el abandono de niños al interior de vehículos puede tener consecuencias muy graves, incluso la muerte. La niña fue entregada a los servicios de custodia infantil.
Los involucrados en la historia: el futbolista ecuatoriano Enner Valencia, su hija y la madre. Esta no es la primera vez que aparecen en los medios debido a sus disputas familiares, Hace tres años Valencia fue sacado de un estadio, en medio de un partido de la selección nacional de fútbol, en ambulancia por una supuesta descompensación; en realidad era un estratagema para evadir una orden de detención debido al no pago de las pensiones alimenticias para su hija. A partir de esto vimos un intercambio de acusaciones, con los abogados de las partes como actores centrales de un espectáculo público, una tendencia que se ha mantenido y agravado: llevar a los medios y a las redes sociales los conflictos familiares, especialmente cuando existen problemas de tenencia y pensiones alimenticias de hijos menores de edad, parece se busca juicios sociales paralelos y que a partir de estos se tomen medidas judiciales (o se revoquen) por una presión social que toma partido desde el escándalo y las emociones que provocan relatos descontextualizados. Usualmente detrás de esas historias existen complejos procesos judiciales alargados de forma indebida, con dolorosas historias con los más pequeños como víctimas indefensas de disputas de adultos asesorados por abogados y abogadas que dicen actuar en función del interés de esos chicos y chicas, pero que en la práctica dan cuenta de una insensibilidad extrema ante las dramáticas consecuencias que la escalada de esos conflictos tiene en la vida de los más pequeños; con jueces y juezas que actúan con lenidad y despreocupación evidente, que en muchos casos pone al descubierto la corrupción.
Muchas de las disputas de tenencia suelen ser una prolongación de historias de abuso, algunos padres buscan judicialmente el cuidado de sus hijos como una forma de control sobre su ex pareja o como medio para evitar el pago de la pensión alimenticia, pero hay muchos progenitores amorosos que quieren mantener la relación con sus hijos y cumplir sus obligaciones.
También existen madres que usan a sus hijos como una suerte de “botín” de guerra; pero en la generalización y los prejuicios los casos terminan siendo -en las redes sociales y medios- material para acusar a las mujeres de “feminazis” (odioso e injusto término) y a todos los hombres de machistas, perdiendo toda importancia la vida y derechos de los niños y niñas involucrados.