¿Luz al final del túnel?

La incapacidad de llegar a acuerdos es una permanente lacra de la vida política ecuatoriana. No existe en el país un régimen de partidos políticos; la proliferación de estos y de los movimientos políticos muestra su congénita debilidad. La mayoría son grupos sin un alcance nacional, que cobran vida solo en tiempos electorales. Por esta fragmentación, los más de 10 millones de ciudadanos que acudieron a las urnas tuvieron que seleccionar en la papeleta de presidente y vicepresidente ente 16 binomios y que escoger una lista a ciegas entre la desconcertante multiplicidad de aspirantes a la Legislatura.

En estas condiciones, en el primer caso, cuatro candidatos concentraron casi el 90% de votos; los 12 restantes obtuvieron porcentajes insignificantes. En el segundo, por el sistema ahora vigente para la distribución de escaños, la Asamblea Nacional presentará la apariencia de una variopinta colcha tejida con retazos de diversos colores.

Mientras escribo este artículo en la mañana del viernes, no se conoce aún oficialmente quién disputará la segunda vuelta electoral con el candidato correísta; sin embargo, a diferencia de lo que parecía ser el resultado inicial con una mínima diferencia a favor de Yaku Pérez, ahora esta se inclina por 33 556 votos más hacia Guillermo Lasso: con el 99,65% de las actas computadas, este alcanza el 19,74% de votos y aquel, el 19,38%.

El candidato de Pachakutik propuso al de CREO un diálogo en el CNE para solicitar la apertura de las urnas y un conteo de votos en presencia de un delegado de cada partido y ante los veedores de la OEA, y ofreció aceptar la decisión popular “luego de reconocer los resultados con honestidad”. Lasso aceptó el diálogo. Abrigo la esperanza de que haya salido humo blanco de la reunión. Que se despejen las dudas y acusaciones de supuesto fraude y se acepte el pronunciamiento ciudadano y, sobre todo, que exista apoyo recíproco para detener el regreso del populismo autoritario y corrupto de Correa. Un acuerdo sería una gran noticia para la democracia ecuatoriana.
Cualquiera de los dos candidatos que termine como finalista necesitará de los votos de los partidarios del otro. El acuerdo es esencial tanto para la segunda ronda electoral cuanto para que sea posible el trabajo en la Asamblea. Javier Hervas, con cuya votación cobra otra vez vida la Izquierda Democrática, ha manifestado también su voluntad de unidad.

Más allá de la coyuntura electoral, urge un amplio pacto de gobernabilidad. La gravedad de la crisis sanitaria, económica, social y moral impone concretarlo. La supervivencia del país exige superar el tradicional canibalismo en el escenario político. Sería una forma de romper la incapacidad de llegar a acuerdos y de contar con una luz al final del oscuro túnel en el que se halla sin salida la democracia ecuatoriana.

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