Hace 212 años, justamente en un agosto, Quito brilló en el continente al arrancar con el proceso de emancipación. Hoy parecería que nuevamente el Ecuador está brillando en América Latina. El asunto es cerrar filas para aprovechar las oportunidades de esta ”excepcionalidad”.
La luz que parecería emanar del país está conectada con aciertos locales y con errores en algunos de nuestros vecinos. El acierto en el Ecuador fue el haber elegido a un gobierno moderado y pragmático que quiere alejar al país de las políticas populistas. Mientras tanto, muchos de nuestros vecinos han decidido ir por la senda de la novelería ideológica, eligiendo gobiernos o asambleas que parecen una garantía de inestabilidad.
Y eso hace que el Ecuador brille gracias a propios y ajenos, algo que nos abre oportunidades que ya no podemos desaprovechar.
Porque, adicionalmente, nuestro país está dolarizado y eso facilita (si se lo hace bien) nuestra integración con los mercados internacionales de capital. Finalmente, todo esto ocurre cuando el mundo entero está inundado de liquidez (especialmente en dólares).
Así, si sumamos nuestra dolarización a la abundancia de dólares en el mundo, la oportunidad salta a la vista y el Ecuador bien podría convertirse en un importante receptor de esos cuantiosos ahorros que los mercados financieros no saben dónde colocar.
El mejor escenario sería atraer, directamente, inversión extranjera productiva, es decir, dólares que vengan a convertirse en capital de empresas en el país. En este punto, el sector empresarial ecuatoriano tiene que buscar esas oportunidades de negocios que podrían beneficiarse de una inyección de dinero de afuera (la lógica de preferir la inversión productiva es que así se evitan los “capitales golondrina” que pueden salir ante cualquier sustito).
Pero la inversión extranjera no llega sola, hay que invitarla, cortejarla y mostrarle las ventajas de venir al Ecuador. Ahí no sólo las empresas tienen que buscar oportunidades de negocios sino que también los bancos de inversión y las casas de valores en nuestro país tienen que promocionar los mecanismos por los que un inversionista puede sentirse lo suficientemente tranquilo como para traer sus recursos hacia el Ecuador.
Parecería ser el momento de pensar en grande: en emisiones en el extranjero de acciones de empresas ecuatorianas, de colocación de bonos convertibles en acciones, de colocación de bonos puros y de bancos nacionales que busquen más líneas de financiamiento de afuera.
¿En qué país de América Latina colocaría usted un millón de dólares? Es el momento de que mucha gente afuera se dé cuenta que la respuesta es “en Ecuador”.