Explotar el Yasuní cayó como un garrotazo. Dolor y decepción. “Algo muy profundo se rompió el jueves por la noche… fuimos desgarrados”, escribió Manuel Chiriboga el 18 de agosto en El Universo. Sí, se rompió una promesa, una utopía, que nos conectaba con un futuro mejor en términos éticos y planetarios. Sí, también se destrozó la conexión de una buena parte del pueblo, sobre todo de los jóvenes y los niños, con el Gobierno que hizo creer y soñar que los seres humanos podíamos relacionarnos armónicamente con la naturaleza. Se partió un pacto de lealtad de consecuencias políticas impredecibles.
Sin embargo, de lo malo también surge algo bueno. Luego del garrotazo la gente sale de la conmoción y paulatinamente cobra consciencia.
La defensa del Yasuní que fue liderada por el Estado, que cayó en formato, ritmo y cronograma institucional y burocrático vuelve al seno de la sociedad. Retorna a su origen y adquiere fuerza inusitada que cada día crece. Es muy probable que se geste una ola de conciencia ecológica y ética masiva que conmueva las estructuras mentales, políticas y económicas.
Una de las medidas para frenar la decisión oficial de explotar el Yasuní es la consulta popular. Todavía hay recelos fundados sobre la viabilidad del proceso. Están frescas la serie de zancadillas contra los movimientos y partidos opositores. Está presente la asfixiante, gigantesca y maniquea campaña orquestada por el oficialismo. No pierden vigencia las carreteras, los bonos, las escuelas del milenio, la sensación de modernidad y estabilidad que se venderán a cambio de la explotación petrolera. El embeleso por el líder es un hecho en buena parte del pueblo y de las élites.
Sin embargo, lo que hasta ahora no han logrado las denuncias de probables malos manejos de recursos públicos ni las restricciones a la libertad, lo está consiguiendo el tema ambiental. La liquidación del pacto de lealtad en este tema con los jóvenes y otros sectores es un hecho.
De darse la consulta el resultado final es incierto. Goliat está desconcertado, pero confiado en su poderío. David aún no sabe de su fuerza. Goliat, que hasta ahora no ha tenido oposición seria, desespera frente a las adhesiones a David. Goliat día a día comete errores que fortalecen a David. La medida de explotar el Yasuní y la provocación de “vagos” “a recoger firmas”… convenció a muchos jóvenes y viejos a “salir del clóset verdeagua”.
La recolección de firmas y la campaña de la consulta deberán constituirse en una lucha con rostro juvenil, intergeneracional, sin violencia, incluyente, que convoque a todos, a los partidos políticos también. Deberá ser una fiesta desbordante en ideas y compromisos de cómo reemplazar al petróleo y de cómo crear un nuevo modelo de vida en común. Luego de esto, aun si se pierda se habrá ganado: el país será distinto .