No es el primero en hacer semejante anuncio. El día en que se posesionaba como presidente de la República, Lenín Moreno dijo que librará una “lucha sin cuartel contra el microtráfico de drogas”. Incluso aseguró que no dudará en decretar una emergencia nacional en caso de ser necesario.
Pero desde el 2014, los mandos policiales han anunciado que “erradicarán” este problema y en el 2016 aseguraron que ese año sería el de la “derrota” de los microtraficantes.
Lo cierto es que las mafias de la droga mutaron y el 2016 intentaron distribuir en los barrios 14,34 toneladas de narcóticos.
Esa carga ilegal fue decomisada en los operativos, aunque los mismos uniformados aseguran que lo incautado es una pequeña parte de todo lo que manejan las mafias.
Para frenar a estas bandas no solo se debería emplear la terminología guerrerista, sino atender, por ejemplo, el sector salud.
Allí todavía hay una deuda y lo reconoció el propio Moreno el 11 de febrero pasado, cuando llegó a Isla Trinitaria, en Guayaquil, como candidato presidencial.
En medio de su intervención advirtió que el país necesita más clínicas para las personas que tienen problemas de adicción.
¿Y la prevención? Por ahora, las autoridades que están al frente de esta tarea han dicho que “la intervención policial es fundamental para lograr desarticular las organizaciones que se dedican al microtráfico”.
El anterior Gobierno ya metió a las aulas a canes amaestrados y a policías, pero las bandas no fueron erradicadas ni mucho menos.
Simplemente se alejaron de los planteles y buscaron áreas cercanas para camuflarse y captar a los menores. Esto tienen que saber quienes ahora van a trabajar en esta área.
También deben conocer que las bandas del microtráfico han entrado en las áreas rurales. Sus moradores están asustados y poco pueden hacer ante el temor de ser atacados.
Entonces, la solución no está en ser más guerrerista, sino en trabajar con énfasis en la prevención. Esa es la tendencia mundial.