En los tiempos tenebrosos que estamos viviendo es de agradecer las luces que nos llegan. Es la demostración clara, digo yo, que somos un pueblo con los suficientes recursos de empeño e inteligencia como para no dejarnos sojuzgar.
Este jueves llegará a la Rectoría de la prestigiosa Universidad Internacional del Ecuador, el Dr.
Gustavo Vega Delgado, cuencano, médico psiquiatra, Rector que fue de la Universidad de Cuenca, ex presidente del CONESUP, escritor, historiador, catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar. Honra con su presencia a la Tertulia de Lectores que mantenemos: ponderado, de vasta cultura.
A todos nos sorprendió su decisión: obtener el PhD, el Doctorado en Historia de América, en la Universidad de Posgrado Pablo de Olavide, en Sevilla. Un reto mayúsculo, comenzando por los continuos viajes a España que debía realizar, por años. Con anterioridad ya se había adentrado en el tema de su tesis de grado. En Sevilla, en España con las fuentes históricas muy a la mano, culminó su empeño. El título de la Tesis: “Locos intelectuales y locos de la vida cotidiana en Ecuador. Siglos XVII al XX. La mirada de un psiquiatra sobre la historia” (2017). La mirada de un especialista culto, atento observador de las conductas psicóticas de quienes, en una u otra forma, en poco más o en poco menos, matizaron el comportamiento de la sociedad ecuatoriana.
Con los tres últimos volúmenes que me han llegado, son nueve los que conforman una obra espléndida. Publicada a un muy buen nivel editorial, y cuyo autor es Juan Cordero Iñiguez, Cronista Vitalicio de la Ciudad de Cuenca, meritísimo Director que fue de la Academia Nacional de Historia.
Vocación, constancia y talento son los atributos del autor de la obra que comentamos. Cubre el espacio que va de la “Historia de la Región Central del Ecuador desde su poblamiento” hasta la “Historia de Cuenca y su Región”, llegando a la primera mitad del siglo XX. Desde la prehistoria a la historia moderna. Pocas obras mejor documentadas. De las citas bibliográficas a las notas de archivos, un empeño que no conoció descanso. Una obsesión por darle a su cuencanía las cédulas de su identidad. Le debo a Cordero Iñiguez el haberme proporcionado los elementos de juicio que me han llevado a esclarecer la historia del austro de mi país, de nuestro país. Ese pueblo cañari, cuya alma colectiva supo definir las “razones de Estado” que le permitieron mantener su identidad. Procedió en consecuencia. Esa Tomebamba Imperial, obra de incas y cañaris. Espléndida. El dilatado Imperio con una metrópoli en el Norte. La panaca de Huayna Capac del Coricancha cusqueño a las plácidas riveras del Tomebamba. Si algo le falta a la monumental obra de Juan Cordero es un volumen dedicado a la “Historia de los Judíos Sefarditas en el Austro Ecuatoriano”.