Un pesado fardo de nombre Julián
En el gris horizonte de los autoproclamados Estados y líderes ‘progresistas’ (una categoría en vías de extinción), asoma un personaje que se vuelve un fardo cada vez más pesado.
No es otro que el ‘pirata’ informático australiano -que halló refugio desde el 2012 en la dirección Flat 3B, 3 Hans Cres, en Londres- y que ha confundido totalmente el rumbo.
Por su cuenta y riesgo se ha despojado de la ‘aureola’ de referente en la lucha por la libertad de expresión y de cierta ‘izquierda’. Todo lo ha echado por la borda o al caño, hacia las aguas del Támesis. Y lo ha hecho de una manera que luce lamentable y que, peor aún, pudiera tener repercusiones de toda naturaleza, en los próximos meses y años. No solo para él...
Como si se tratara de una especie de ‘mercenario’ de la información, el ‘topo’ -que es requerido por la Justicia de Suecia por los cargos de presunto abuso sexual- se ha puesto al servicio y se ha aliado con algunas de las personalidades más oscuras de la actualidad internacional.
Sin disimulo, Wikileaks -la organización que él creó y que en su inicios incluso generó aprecio- se ha dedicado a filtrar informaciones acerca de quien pudiera suceder en el Salón Oval, el 8 de noviembre, al primer Presidente afroamericano de Estados Unidos. Y lo que ahora hace no tiene nada que ver con ningún tipo de periodismo.
Es decir, aunque no está claro del todo a cambio de qué, ahora defiende la causa, la plataforma electoral, el discurso xenófobo, el desprecio a las mujeres, los insultos racistas a los mexicanos y a los musulmanes, etc., que ha exhibido y lanzado en estos meses el candidato republicano a la Casa Blanca.
En otras palabras, se ha alineado con la postura de uno de los más furiosos representantes de la extrema derecha del mundo, la antítesis de lo que debiera ser la verdadera izquierda y el ‘progresismo’.
El ‘topo’ originario de Townsville posiblemente terminará como otro pesado legado (y 'fardo') para el próximo Gobierno del Ecuador.