Aún antes de que Jorge Glas dejara de ser Vicepresidente, el país se interesó en conocer quienes podrían integrar la terna que el presidente Moreno sometería a la Asamblea para que elija a su reemplazo. Pero, más que sus nombres, lo que realmente quería el Ecuador es tener la certidumbre de que los escogidos tuvieran los méritos y virtudes indispensables para desempeñar con dignidad y eficacia la vicepresidencia del Estado.
Quien asumirá tal mandato debe poseer las mismas cualidades que se exigen para ser Presidente: talento de estadista, patriotismo sin límites, conocimiento de la realidad nacional, intachable vida pública y privada en la que brille el respeto a los valores democrático y a los principios éticos.
Algunas personas argumentan que, si en las últimas elecciones triunfó el partido del gobierno, Moreno debe integrar la terna de candidatos con quienes tengan la misma orientación política. Este argumento, aparentemente lógico, es falaz porque desconoce lo ocurrido en el Ecuador en los últimos diez años y siete meses. El país entero ha constatado el fracaso rotundo del gobierno de Correa, que nos condujo a una dramática depreciación de la ética, al auge de la corrupción, que destruyó los valores democráticos e impuso una sola voluntad dictatorial que nos sumió en una insondable crisis política y económica. Si Moreno obtuvo 50% de los votos para ser elegido, ahora cuenta con un apoyo de más del 75%. Esa diferencia corresponde a quienes no habiendo votado por el correísmo –ahora dividido- han visto algunos cambios en el gobierno, que parecían anunciar nuevos rumbos. El argumento de que Moreno debe integrar su terna con aliados ideológicos no responde a la realidad política y contradice las esperanzas despertadas en el pueblo.
Se afirma, con razón, que el vicepresidente debe ser leal con el jefe de Estado, pero esa lealtad debe expresarse, sobre todo, en su fidelidad en defensa de los intereses del país. Es la lealtad con los principios de libertad, justicia, derechos humanos y democracia la que ennoblece a las autoridades. ¿El alejamiento de Moreno con respecto a Correa no se debe a estas razones? El vicepresidente debe tener la suficiente personalidad para advertir al primer mandatario sobre las consecuencias de sus actos, hablarle con franqueza y sin timidez y cooperar con él en todo cuanto beneficie al país. No debe maniobrar para reemplazar al jefe de Estado sino, por el contrario, fortalecerlo asesorándole para evitar que cometa errores, sin olvidar jamás que las decisiones las toma el Presidente.
Lamentablemente, la terna que Moreno ha entregado a la Asamblea no propiciará ni el consenso general, ni la reunificación de la familia ecuatoriana, ni las rectificaciones y cambios políticos de fondo que el país deseaba y creía posibles.