En las listas de candidatos para participar en las elecciones del 2017 aparecen payasos, famosos y figuras de la farándula.
Ante las críticas que han circulado, especialmente en las redes sociales, se han defendido diciendo que quieren servir al país y que están preparados para ser asambleístas. ¿Hay algo malo en que ellos participen? Desde luego que tienen derecho porque la Constitución solo exige ser ecuatoriano, tener 18 años y gozar de los derechos políticos.
No es un defecto de la Constitución la eliminación de requisitos de formación académica pues los asambleístas son representantes elegidos por el pueblo mediante el voto y no cabría que se impongan exigencias de preparación académica porque entonces solo representarían a la minoría de ecuatorianos que cuenta con esa formación. Por lo demás, pueden exhibir más sabiduría y sentido común que los formados en la Universidad. Los títulos, ciertamente, no garantizan independencia y responsabilidad para ejercer la doble función que la Constitución les impone: legislar y fiscalizar. Hemos visto que personas supuestamente bien formadas y hasta formadores, se someten a las conveniencias políticas del partido para aprobar a mano alzada y en paquete leyes y enmiendas constitucionales de modo tan sumiso que han sido calificados de borregos.
Hasta dónde deba llegar la disciplina partidista es materia de debate. Si se exagera en la disciplina, se coarta la libertad de los diputados, la obligación de representar debidamente a sus electores y hasta el derecho a la objeción de conciencia. Sin disciplina, pueden proliferar los tránsfugas de la política y hasta la venta del voto en cada proyecto de ley que llega a la Asamblea.
La conciliación de la libertad y la disciplina partidistas es materia de otro análisis; lo que ahora nos ocupa es si payasos, faranduleros y famosos deben participar en la elaboración de las leyes y el control político de las otras funciones.
Aplicando el sentido común podríamos decir que no son rechazados por la actividad que desempeñan sino por la irresponsabilidad que implica aceptar una tarea tan importante sin preparación. Si desean servir al país en esas funciones, lo aceptable sería que se inscriban en algún partido y se formen políticamente, que adquieran alguna experiencia, conozcan las normas parlamentarias y otras habilidades necesarias.
Lo que no parece aceptable es la improvisación en asuntos tan importantes y que los partidos tengan que buscar famosos para completar las listas pues delatan que no están cumpliendo las tareas de los partidos políticos que deben ser escuelas de democracia, centros de estudio de la realidad nacional, semilleros de líderes y formadores de cuadros de gobierno. No son criticados por payasos o famosos sino por improvisados.