El presidente de la Cámara de Comercio de Quito dijo las cosas como son: en tiempo de crisis lo más importante es defender el empleo y lo último que le conviene a un empresario es deshacerse de sus empleados porque ellos conocen la empresa y sus mercados, conocen a sus compañeros y las fortalezas y debilidades de la organización. Si hemos perdido 80 000 empleos en el 2015, ya podemos imaginar lo que puede pasar en este año. En el tiempo que tardan en argumentar que no existe crisis, ya se han perdido decenas de empleos.
En tiempo de crisis a todos nos corresponde alguna responsabilidad y alguna iniciativa para evitar la peor de las desgracias, que es el desempleo. Los expertos conocen las cifras que son preocupantes, y saben los remedios que han sido exitosos en otros países, y conocen también los costos y las consecuencias del desempleo. Incluso los simples ciudadanos podemos señalar, valiéndonos del sentido común, algunas de las obligaciones que les corresponde a cada uno de los actores de la economía.
La creación de puestos de trabajo cuesta dinero y es lo que falta en el país; al Gobierno le corresponde incentivar la inversión extranjera, crear un clima favorable para los negocios, reducir la tramitología burocrática, eliminar impuestos que ahuyentan inversionistas como el impuesto a la salida de capitales, sepultar el discurso corrosivo contra la empresa y fomentar el espíritu emprendedor. Tiene que observar austeridad y ofrecer estabilidad jurídica.
A los empresarios les corresponde mantener buenas relaciones con los trabajadores, hacer sugerencias al Gobierno, reducir los gastos superfluos para no apelar a los despidos sino como último recurso. En tiempo de crisis es más importante que nunca la innovación y la mejor forma de solidaridad es invertir en el país y reinvertir las utilidades.
A los trabajadores les corresponde abandonar la confrontación, interesarse en la situación de las empresas, mejorar el rendimiento y compartir el trabajo, por ejemplo dejando las horas extras para otros trabajadores que no tienen trabajo.
A los dirigentes también les corresponde abandonar los eslóganes y ofrecer soluciones creativas y eficientes. Si las empresas no sobreviven habrá menos puestos de trabajo y más dificultades para todos.
Cada ciudadano puede hacer algo. Contratar una persona que está sin trabajo para tareas pequeñas, para obras específicas.
Los tiempos de crisis exigen mayores dosis de solidaridad. El mensaje tranquilo, práctico, solidario del presidente de la Cámara de Comercio es un buen signo.
En las horas difíciles que nos tocará vivir tendremos que pensar en las palabras que el papa Francisco dejó en México: “Todos estamos en el mismo barco, todos tenemos que luchar para que el trabajo sea una instancia de humanización y futuro, un espacio para construir sociedad y ciudadanía”.