El Consejo Nacional Electoral convocó a las elecciones seccionales para marzo del próximo año. Después de un titubeo inicial, los miembros del nuevo Consejo han probado que pueden ponerse de acuerdo entre ellos. Era lo mínimo que podíamos esperar de un Consejo que debe recuperar la idea del multipartidismo y debe mostrar la diferencia con el partido único que llenó de serviciales la función electoral.
Con 278 movimientos políticos tenemos pocas posibilidades de librarnos de los peores vicios de la actividad política. Veremos a esas figuras deleznables que incursionan en política solo porque se hicieron famosos en alguna actividad popular como el deporte o la farándula y terminaron contratados por alguno de los movimientos políticos para ganar las elecciones.
Personajes sin afiliación política, sin ideología ni programa de gobierno, tienen enorme capacidad de hacer daño a la democracia desde la alcaldía o los Concejos Cantonales. Ese tipo de políticos constituyen un peligro para cualquier democracia.
Hay en el Congreso español un bufón, Rufián de apellido, que pertenece a uno de los partidos separatistas que buscan romper al país. Nunca propone una idea ni hace nada constructivo, su función es desacralizar las instituciones, desacreditar la política nacional mediante la provocación, el insulto y la payasada. Sólo es útil para la política sucia de su partido. A los Rufianes de nuestra política hay que ponerles los límites de la ley y el dique de las instituciones serias, eso le corresponde al nuevo CNE.
A la autoridad electoral le corresponde no solo garantizar elecciones limpias y resultados transparentes, su responsabilidad incluye el control del gasto electoral, exigir la presentación de programas de gobierno, evitar trampas y engaños al electorado, eliminar todas las formas de campaña sucia. Por lo que se ha visto aquí y en el vecindario, la corrupción se inició cuando los candidatos recibieron dinero de la guerrilla, de gobiernos extranjeros o empresas corruptas porque luego los ganadores de las elecciones son rehenes de esos financistas y pagan la inversión con contratos o decisiones de gobierno nacional o local.
Rescatar la actividad política comienza con la inscripción de candidatos que representen bien al partido, sus ideas y sus programas. Un Consejo Electoral responsable no puede permitir que cada caudillo, o cada vanidoso, inscriba un movimiento político a su medida, sin afiliados, sin programas ni cuadros de gobierno.
Tampoco es aceptable que el partido dependa del candidato. Sin partidos nacionales respetables los electores continuarán despreciando la actividad política y seguirán acudiendo a las urnas para castigar a los partidos eligiendo aventureros, vanidosos y megalómanos. No habrá forma de librarnos del populismo sin rescatar a los partidos políticos y convertir la actividad política en una actividad inspiradora para los jóvenes que tienen la principal motivación de la política que es la solidaridad.