Los políticos no son los más populares del momento, eso ya lo sabemos, por eso buscan personajes famosos para designar candidatos; eso les hace menos populares a los políticos. La gente tiende a creer más lo negativo que lo positivo y generaliza con mucha facilidad, así se forma el estereotipo del político. Claro que es injusto porque no todos los políticos son iguales. Hay políticos honrados, trabajadores, preocupados por el bien común, amantes de la verdad, estudiosos y leales. Es muy difícil luchar contra los estereotipos y los políticos no ponen mucho empeño en cambiar la opinión general y dejan pasar las oportunidades que se presentan para cambiar esa imagen.
Una de las ideas que se repite respecto de los políticos es que las enemistades son aparentes, que se protegen entre ellos, que siempre se impone el espíritu de cuerpo. La Asamblea Nacional acaba de alimentar la idea de que el espíritu de cuerpo está por encima de las diferencias ideológicas, por encima de las aparentes rivalidades, por encima de la institución, y de las normas. A la hora de depurar la Asamblea separando a políticos indeseables, han encontrado toda clase de dificultades y se han enredado de manera lamentable; quienes desacreditan a todos están a punto de prevalecer.
En la Asamblea se ha descubierto a políticos que estafan a sus propios asesores, que tramitan cargos públicos, que interfieren con la justicia, y sin embargo, vienen dando las vueltas y los políticos que desacreditan a la institución siguen tranquilos y haciendo perder el tiempo que deberían dedicarlo a legislar y fiscalizar. En la última sesión, la mayoría aprobó, por inverosímil que pueda parecer, la moción de uno de los denunciados exigiendo dos tercios de los votos para destituir a un asambleísta. En ese alboroto político lleno de traiciones, enemistades, cálculos electorales, será difícil conseguir 90 votos para destituir a los que están destruyendo la imagen de la Asamblea.
El estereotipo negativo se reforzará y la desconfianza en las instituciones se profundizará. Si aquellos que han sido descubiertos en irregularidades no tienen la decencia de renunciar y continúan en la Asamblea, ¿cómo podrán después creer los ciudadanos que de ella saldrán buenas leyes, que algún día aprobarán mecanismos legales para combatir la corrupción, para recuperar los miles de millones robados durante la revolución ciudadana? ¿Cómo podrían creer que los conversos se han convertido de verdad, que los espías han sido desalojados, que designarán personas honradas para los organismos de control?
La decisión de la justicia de llamar a juicio a Rafael Correa por organizar el secuestro de un adversario, permite confiar en que volverá el respeto a las leyes y que habrá determinación de responsabilidades, recuperación del botín y reparación a las víctimas. Ojalá que los políticos no se contenten con mantenerlos lejos a los culpables para que no estorben electoralmente, sino que los obliguen a someterse a la justicia y a responder por sus fechorías.