Que nadie se mueva parece ser la consigna del momento. El gobierno se ha frenado dejando inconclusas algunas acciones, el Presidente anunciaba una prolongada ausencia hasta los primeros días del nuevo año aunque luego se anunció cambio de planes. El programa económico y el presupuesto cambian y demoran, está pendiente la integración de la Corte Constitucional y el Consejo de Participación Ciudadana definitivo; la Fiscalía ya no se mueve o se dedica a casos secundarios; no se dicta el reglamento a la Ley de Fomento Productivo; todo al ritmo lento de Diciembre.
La información oficial no es lo que llaman proactiva sino explicativa, casi defensiva. Se trata de hacer noticia donde no hay pero se mantiene reserva respecto de temas importantes. Se dice, por ejemplo que el préstamo chino tiene las mejores condiciones históricas con una tasa de interés del 6.5%, pero no se revelan detalles del acuerdo ni se explica a dónde van los 999 millones que siguen inflando la abultada deuda.
Un gobierno sin obras carece de temas para informar y entusiasmar a los ciudadanos. Los proyectos lucen improvisados y exagerados. Se dice que hay USD 17.000 millones para inversiones aunque no se sabe dónde están, si son contratos firmados o simples promesas. El tren playero y el metroférico parecen más lluvia de ideas que proyectos viables y decisiones tomadas.
Desde que twitter se convirtió en instrumento de gobierno, las noticias son adelantos o anticipos, tienen un aire de provisionales porque son excesivamente escuetas. La ventaja para las autoridades es evidente; un tweet no da argumentos ni explicaciones, no entra en detalles ni puede establecer el contexto. Tampoco permite las incómodas repreguntas de la prensa. El tweet es una declaración olímpica, un ejercicio de autoridad.
Con informaciones de carácter provisional es imposible establecer si las decisiones del gobierno van en una dirección determinada o solo atienden las urgencias. No se puede saber si la política del gobierno es continuar con los créditos chinos, mejorando las condiciones, o si considera acudir al Fondo Monetario y los multilaterales para ordenar la economía y seguir un programa económico. El crédito chino es fácil conseguir pero difícil pagar; El crédito del FMI es difícil conseguir pero fácil pagar.
El sector privado sigue viendo buenas señales en el gobierno, pero muestra cierta exasperación en el lento ritmo. Sigue esperando un reordenamiento económico que se base en la reactivación de la economía, ampliación de la base de contribuyentes, venta de activos y recuperación de los dineros de la corrupción; en la reducción de la burocracia, de sus salarios y focalización de subsidios. Este programa es fácil de decir pero tendría un costo político que no parece dispuesto a pagar el gobierno y un costo social impensable. Pasado el aire festivo y despreocupado de diciembre, vendrá la campaña y otras distracciones para seguir aplazando las decisiones.