A mitad de su período, el gobierno de Lenin Moreno ha apagado los motores y avanza por inercia, va reduciendo la velocidad sin que nadie pueda adivinar hasta dónde llegará. En sus inicios sorprendió a todos. La política cambió rápido y cambió todo, pero en algún momento empezaron a bajar los índices de popularidad y el gobierno se asustó, se enredó y se paralizó.
Lenin Moreno es un político singular, entre tantas características difíciles de descifrar está su capacidad de desarmar a la oposición; conduce un gobierno sin oposición. Correa y sus devotos cometieron errores de principiantes y no cuentan como oposición, van, como si llevaran atado un muerto a la espalda, cargados el fardo de la corrupción. El partido que se apresuró a declararse como la oposición, ahora forma parte de la mayoría gobiernista. El partido socialcristiano pasa por ser el principal sostén del gobierno y el gobierno pasa por ser el gobierno de los empresarios. Los indígenas tienen su cuota y sus promesas, los sindicatos y los choferes son comensales de palacio. Todos están en el gobierno.
Solo el pueblo no está con el gobierno, a juzgar por los índices de popularidad y credibilidad, pero tampoco está en la oposición. La gente está demasiado ocupada en ganarse el pan del día como para preocuparse de la política. La supervivencia marca el ritmo. A un alto funcionario de gobierno le escuché decir que ningún Presidente logró sobrevivir después de tomar las medidas que este gobierno ha tomado. Ellos mismos están maravillados con la proeza de haber sobrevivido.
El gobierno tiene un problema de tiempos. La política avanzó más rápido de lo que nadie hubiera podido creer, pero la economía no avanza, se le acabó el capital político antes de anunciar las medidas duras que todos los entendidos aseguran que debe tomar. Esas medidas, según los economistas, se resumen en menos subsidios y más impuestos. Esta receta amarga se aplaza y siguen administrando, mientras tanto, el dulce veneno del endeudamiento.
La ausencia de oposición, aunque pueda parecer una comodidad, no es buena noticia para la democracia. La oposición tiene al menos cinco funciones: Observar, Analizar, Denunciar, Protestar y Proponer. Es el control más eficiente cuando el gobierno cae en la tentación de ocultar información, tolerar la corrupción, o caer en la inacción.
La ausencia de oposición conduce al exceso de optimismo y el gobierno se convierte en el motivador, cuida no decaiga el ánimo, el discurso empieza a parecerse a esa sicología de la felicidad que venden los libros de autoayuda. Los diferentes sectores de la sociedad tienen intereses contrapuestos, por eso se necesita Estado y gobierno, para que atienda los intereses comunes y aplique un programa coherente que logre, al tiempo, alentar la producción y proteger a los trabajadores; reducir el gasto y mantener la asistencia social y la calidad de los servicios. Este el reto del gobierno para la segunda mitad de su período.