Lógica envolvente

La política muchas veces traduce a su propio lenguaje la lógica del comportamiento militar. La consolidación y radicalización de la llamada ‘revolución ciudadana’, presenta lo que en el argot militar se conoce como ‘estrategia envolvente’, consiste en cercar y eliminar a las fuerzas enemigas; en el campo político, el enemigo se encarna en la oposición, o en cualquier actor crítico a la gestión de gobierno.

La traducción lineal de la semántica militar a la política, conduce a reforzar la lógica ya detectada por Carl Schmitt de la relación amigo-enemigo; implica una acción de arrasamiento del terreno político, la oposición es vista como ‘el mal’ o como ‘maleza’ que debe ser ‘extirpada’. Qué lejos aparece esta lógica de lo que aspiran las sociedades contemporáneas, hacer de la política un campo de deliberación, en el cual la oposición sea necesaria para depurar y perfeccionar la construcción decisional.

El régimen de Correa ha adoptado esta lógica envolvente como su principal leit motiv, su estrategia ha consistido en controlar dos espacios o ámbitos centrales, el de la comunicación y el de la justicia. Ambas dimensiones fueron identificadas desde un inicio como espacios estratégicos para la consolidación del modelo. El mal debía ser extirpado de estos dos campos, porque es en ellos donde se juega efectivamente, la constitución de la política: la comunicación como espacio donde se construye la deliberación que sustenta y legitima la toma de decisiones, la justicia como la mejor arma de persecución y aniquilación de cualquier adversario. Dos dimensiones que la democracia moderna concibe como espacios que deben ser protegidos, dotados de una propia autonomía, preservados de cualquier intromisión ‘política’.

Lo que en principio era una sola radio pública, se convirtió rápidamente en un sistema de medios públicos que fue pensado para ser la voz directa del Régimen. El sistema se reforzó con la incautación de los medios que antes pertenecieron al grupo Isaías y que operan hasta el momento como instrumentos al servicio de la publicidad del Régimen. La estrategia envolvente no se limitó a esta operación de control; paralelamente, el Régimen multiplicó su presencia en los medios privados a través de enlaces forzados ya no solo para publicitar la obra gubernamental, sino abiertamente para perseguir a ‘sus adversarios’.

Para reforzar el control sobre los medios, el Régimen ha hecho de la persecución judicial su arma final en un intento por generar precedentes que fuercen a los periodistas a la autocensura. Una acción paralela que se retroalimenta. Los medios públicos son usados para legitimar la intervención en la justicia. La justicia vulnerada, se convierte en herramienta para consolidar el control sobre los medios.

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