Siempre he admirado a los deportistas que se levantan a las 04:00 de la mañana para entrenar. En ciudades como Quito, a esa hora, por lo general hace frío y se requiere de mucha decisión y disciplina para levantarse y vestirse, ya sea para correr, caminar, nadar… o dedicarse a la actividad física que apasione.
Desde hace unos días, a ese grupo se ha unido otro, pero a la fuerza. Me refiero a aquellos que tienen luz hasta las 6:00 o 7:00 de la mañana, porque les dotaron del servicio a media noche, y vuelven a brindárselo por otras tres horas a partir de las 14:00 o 15:00.
Muchos dirán que a todos les afecta, pero considero que a quienes a semana seguida le someten a ese régimen ya empieza a notárseles. Me explico. Si usted tiene un compañero de trabajo que a las 9:00 o 10:00 de la mañana está cansado, cabeceando o con los ojos rojos, es porque seguramente está de pie desde las 04:00. O, simplemente se fue a dormir a las 02:00. Sea cual sea la hora, comparten las mismas razones: en la madrugada recién se puede lavar la ropa, secarla, cocinar algo, asearse. Hay casas o departamentos en el Distrito Metropolitano de Quito –lo pongo con su nombre completo para incluir a los valles y parroquias-, desde hace ya bastantes años, que todo funciona con base en la electricidad y eso significa que sin luz no se puede lavar, cocinar, bañarse, escuchar música, leer… seguir con la rutina que se tenía hasta hace unos días. Y, en algunos casos, tampoco se tiene agua, porque no hay generadores para que funcionen las bombas.
Ni bien hay luz corren a cargar los teléfonos, las tabletas o las computadoras personales. Si no han lavado ropa, vuelan a la lavadora. Si la ropa no se ha secado, se aprovecha a poner lo que falta en la secadora. Si se debe planchar una falda, una camisa o un pantalón que en unas horas se usará, enseguida se conecta la plancha. En el intermedio se bañan, se afeitan, se maquillan, se peinan. Y si se requiere secadora de cabello, no hay más tiempo que a esa hora.
También hay que preparar algo para desayunar más tarde o forzarse a comer entre las 06:00 y las 07:00. La verdad no hay bolsillo que alcance para pagar dos o tres comidas diarias fuera de la casa. Es que con ese horario se va al trabajo sin luz y se regresa y todo sigue sin funcionar.
Con la luz natural de las 17:00 o 18:00 apenas se puede leer un poco. Quienes no van a un centro comercial o algún sitio con generador hasta agotarse para llegar a sus casas y dormirse enseguida, permiten que los niños estén más tiempo en los parques de los conjuntos o urbanizaciones cerradas. También hay alguno que otro padre que los acompaña. Personas de la tercera edad optan por caminar y los amantes de las mascotas pasean más tiempo a sus animales. Algunas parejas también salen a las puertas de las casas y conversan. Muchos coinciden en que ahora compran máximo semanalmente la comida, para que no se les dañe. Otros, en cambio, prefieren comprar a diario, para no volver a conectar las refrigeradoras hasta que todo pase, aunque saben que eso puede tomar muchísimo más tiempo…