Colombia va a las urnas en mayo. Esta es una campaña especial desde el arranque y cuyos elementos irán apareciendo conforme el debate vaya volviéndose contagioso en la población.
De inicio, y como contábamos en días pasados, hay varios candidatos en la meta de partida donde sorprenden los números en las encuestas del polémico e ineficiente Gustavo Petro de la izquierda radical, la novedad de Sergio Fajardo, que sigue jugando a outsider; la candidatura de Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical y aquella que se defina en la entente del uribismo y el Partido Conservador, además del candidato oficialista Humberto de la Calle y la de Piedad Córdoba.
De todas ellas la del ex guerrillero y uno de los cabecillas de las FARC y ahora candidato de las reencauchadas Fuerzas Alternativas del Común (FARC), Rodrigo Londoño ‘Timochenko’, es la más polémica.
Luego de 50 años de lucha armada y de haber dejado un reguero de sangre con
250 000 muertos las FARC dejó las armas. El acuerdo de paz fue tan cuestionado como importante, pero los familiares de las víctimas no se resignan a dejar sin una justicia efectiva que les repare del dolor y la muerte.
Los ex guerrilleros – salvo las columnas disidentes que no dejaron la violencia – se disponen a insertarse en la vida civil con los privilegios de contar con curules parlamentarias sin tener que pasar por el voto popular, lo que causa molestia a los partidos que se la ganaron en las urnas.
Además, lanzaron candidato presidencial. Pero el designado por la convención de los ex guerrilleros no lo tiene fácil. La campaña de Timochenko se ha iniciado con rechazo por allá donde va. Con el arma que ha descubierto un grupo de la sociedad y que se ha puesto de moda – canastas de huevos –, Timochenko es humillado.
La lluvia de huevos le espera junto con otras expresiones de rechazo. Al punto que las FARC revisarán su estrategia. Los huevos se han convertido en algo simbólico.