Advierte Jean Monet: “La gente solo acepta el cambio cuando se enfrenta a la necesidad, y solo reconoce la necesidad cuando se enfrenta a una crisis”.
Como hay una crisis de las instituciones democráticas fundamentales, la gente puede aceptar un cambio en la tendencia electoral, por lo que es un imperativo de eficacia captar la mayoría legislativa en la Asamblea Nacional, para equilibrar el peso conceptual en la formación de leyes y mejorar sustancialmente la participación ciudadana en las instituciones republicanas.
Frente a la lista única de candidatos a asambleístas de Alianza País, lo óptimo es presentar una lista fuerte que represente a toda la gente que no está contenta con la forma de gobernar de Correa y pueda contrapesar la hegemonía prevaleciente.
O -por lo menos- presentar una lista prestigiosa proveniente de la tendencia de centro-izquierda, capaz de captar a la mayoría progresista del Ecuador y lograr que se le apliquen las reformas electorales que la privilegian en el reparto de los escaños.
Esta lista debe incluir candidatos populares en sus respectivos territorios, conocidos por su jerarquía, plenos de honestidad moral e intelectual, escogidos dentro y fuera de los movimientos políticos (como César Montúfar, por ejemplo) y que aseguren eficiencia y eficacia como asambleístas.
Tal como se vislumbra el panorama electoral, lamentablemente, no habrá una discusión de temas de fondo sino de ajustes a la forma de gobernar del Economista Rafael Correa y la ciudadanía se limitará a escoger entre la reelección del actual Presidente y varios candidatos de la oposición.
Entonces, la eficacia política exige seleccionar a quien sea capaz de clasificarse a una segunda vuelta y tenga real opción de poder, o desperdigar los votos de la oposición entre varios candidatos débiles, lo que puede determinar que el presidente Rafael Correa sea reelecto en la primera vuelta, y cual locomotora impulse a la lista de asambleístas de Alianza País.
Una lista fuerte por su prestigio, por la que deben votar quienes desean una alternabilidad democrática, debe salir de una decisión política de los movimientos que quieran constituir una alternativa real al actual Gobierno.
Entonces, la clave es acertar en la selección de los mejores candidatos a la Asamblea Nacional, hombres y mujeres que tengan amplia acogida popular en sus respectivos territorios y representen los principios de equidad y libertad, de justicia social y decencia política.
Sabemos que estamos planteando algo ilusorio e inusual en el ámbito de nuestro subdesarrollo político, porque las vanidades explicables y las ambiciones inherentes al ser político frustrarán un intento como este, pero también debemos señalar las responsabilidades históricas de los movimientos políticos.