El vicepresidente Jorge Glas anunció, en la primera sabatina a su cargo, que se ha tomado la decisión de contactarse con países amigos como Venezuela, Bolivia, Argentina y Nicaragua para “publicar una suerte de lista negra” de árbitros internacionales, como una forma de denunciar el “sistema corrompido” en el que se desenvuelven.
Hace dos mil años, un sofista griego planteó una aporía que ahora reproducirán los presidentes sudamericanos. El sofista planteaba el caso de un alumno que acude a un maestro y le pide que le enseñe leyes con la promesa de que le pagaría con el primer juicio que gane. Al maestro le pareció bien la propuesta y celebraron un contrato. El alumno terminó leyes pero nunca acudió a los tribunales y, en consecuencia, nunca pagó los honorarios. Le llamó el maestro y le dijo: te voy a llevar a los tribunales, si gano el juicio, por mandato del juez, tendrás que pagarme; y si pierdo el juicio, en virtud del contrato, tendrás que pagarme, pues habrás ganado tu primer juicio. El alumno le respondió: no maestro, en ningún caso tendré que pagarle. Si gano el juicio, por mandato del juez, no tendré que pagarle; y si pierdo el juicio, no tendré que pagarle, en virtud del contrato, pues no habré ganado mi primer juicio.
Si los países latinoamericanos plantean el problema como lo ha dicho el Vicepresidente, terminarán en la aporía del sofista griego. Cuando los países aceptan someterse al arbitraje se comprometen a acatar el fallo. En la lista negra de árbitros internacionales no incluirán a los árbitros que han fallado a favor ni a los que tienen fallos pendientes, sería absurdo, estarán los que hayan fallado en contra. Entonces, el arbitraje no serviría para resolver conflictos sino para elaborar la lista de árbitros buenos y árbitros malos.
En el caso del maestro y el alumno, el argumento que utilizan los dos es el mismo. La lógica dice que cuando se plantean dos aseveraciones contrarias, no pueden ser ambas verdaderas. Una es verdadera y la otra falsa, o ambas son falsas. Si los argumentos son iguales y no pueden ser verdaderos, entonces ambos son falsos. Es lógico y simple. No se puede apelar simultáneamente al juez y al contrato. Cuando acuden al juez, el contrato queda suspendido hasta que el juez decida si vale o no vale o para quién vale.
Las listas negras aparecieron por primera vez en Roma y han sido utilizadas por dictadores, terroristas y hasta la iglesia que tuvo un índice de libros prohibidos. Las listas negras pretenden castigar sin conceder a los acusados la presunción de inocencia ni el derecho a un juicio justo. La inclusión de un árbitro en la lista negra después del fallo no anula el fallo ni anula al árbitro, sería inútil. La idea de una lista negra será, seguramente, otra iniciativa internacional que se anuncia antes de hacer las consultas y auscultar si tiene apoyo.