El respeto a la verdad, a las evidencias o los datos valen cada vez menos en los debates sobre asuntos de interés público. Al menos esto parece una constante en muchas de las discusiones sobre el matrimonio igualitario o la orientación sexual, que se ha repetido de forma alarmante en estos días, a propósito del debate legislativo -y social- sobre el proyecto de Código Orgánico de Salud (COS).
Los grupos que se oponen al matrimonio igualitario o que critican la propuesta de COS tienen el derecho indiscutible a dar a conocer su posición, para lo cual deben contar con espacios y oportunidades para difundir sus puntos de vista.
No existe duda alguna respecto de la legitimidad democrática que acompaña a los grupos de interés vinculados a iglesias o cultos religiosos para reivindicar sus posiciones; tienen la misma legitimidad de las organizaciones no gubernamentales, científicos, académicos o grupos de interés que apoyan el matrimonio igualitario o la propuesta de COS.
¿Se trata de una legitimidad sin límites? No. Los actores, independientemente de su postura, pierden legitimidad cuando promueven la discriminación, el odio o la violencia contra cualquier persona o grupo de personas por su sexo, orientación sexual, nacionalidad, religión u otras características específicas; por ejemplo, cuando afirman que la intersexualidad, una condición que acompaña al 1 % de la población, es una aberración y que las personas que tienen esa condición son engendros o anormales.
Pierden legitimidad cuando usan la religión como sustento para las regulaciones o políticas estatales. En un Estado laico las valoraciones deben ser seculares, una alegación que se sostenga en “revelaciones o guías supra-naturales” no puede ser usada para el conjunto de una sociedad, como la nuestra, que se define como plural. Es irrelevante el número de personas que adhieran a una idea o creencia religiosa, en tanto esas ideas solo pueden ser usadas para guiar la vida de cada creyente, en caso alguno pueden imponerse al conjunto de la sociedad. Difícil olvidar la comparecencia del Director Ejecutivo de Global Life Campaign en la Asamblea, debe ser uno de los momentos más extraños que se ha vivido en ese espacio, y vaya que hemos tenido muchos episodios insólitos. Pierden legitimidad cuando se usa la mentira, la tergiversación o el engaño. Por ejemplo, afirman que la propuesta de COS permite a los niños cambiarse de sexo sin consentimiento de sus padres, sin embargo, al leer las normas que citan, rápidamente se descubre que la propuesta se refiere a la asignación de sexo -en los casos de intersexualidad o indefinición de sexo-, que no se trata de cambio de sexo, y que existen normas claras sobre la participación de los representantes legales de un menor.
Quienes manipulan la información y promueven el odio para defender sus posiciones pierden legitimidad pronto, afectan al debate democrático y, poco a poco, deslegitiman sus propias causas. Su fanatismo les desnuda de cuerpo entero.