El triunfo de Liga en el gran Buenos Aires -cuarto en su historia de copas americanas- supera los límites deportivos. Lo que sucedió el miércoles en el estadio de Quilmes fue más que fútbol. Fue un nuevo y valioso aporte liguista en pro del Ecuador y del interés nacional. Vimos -a través de la web- publicada la noticia en las páginas deportivas de los mayores periódicos del mundo y comentada en varios de ellos como la hazaña de un país pequeño -de escasa tradición futbolística- superando a potencias sudamericanas y mundiales, como Argentina, Brasil y el resto.
La noticia y su eco invitan a una reflexión, sin duda. Si un equipo ecuatoriano gana una Copa Libertadores de América, una Copa Sudamericana y dos Recopas Sudamericanas, quiere decir que ese club y ese país están demostrando sus méritos y su progreso. Para avanzar en las diversas actividades de una nación -incluyendo el fútbol- se necesita más seriedad, más trabajo, más entrega, cada día más. Si el Ecuador busca inversión extranjera, por ejemplo, es posible que los presuntos inversionistas piensen que se trata de un país que ha dado pasos interesantes en el deporte más popular y eso le acredite un punto más. Ya no es el colista, como antaño. ¡Qué va! Es el primero en varios grandes eventos, como lo pueden certificar los clubes Fluminense (dos veces) e Internacional, del Brasil, y Estudiantes de La Plata, de Argentina, selectos integrantes de su lista de derrotados en las finales.
El nombre de Liga Deportiva Universitaria (LDU) fue subiendo paulatinamente, a partir de su origen en la Universidad Central, allá por 1920. Fue campeón de Quito por vez primera en 1932 y luego en 1952 y por esas épocas dijeron que era “por leche”. El miércoles quedó enterrado definitivamente el mito de la leche. La gran historia de las copas se inició el 2 y 3 de julio del 2008, con una Copa Libertadores que se ganó un puesto en la historia del Ecuador, no solo de Liga. Una de las claves para esas victorias salió estos días de la boca de esa gran figura del fútbol ecuatoriano que es Francisco Pancho Cevallos, quien -al triunfar inesperadamente en Quilmes con sus 39 años- dijo: “Agradezco a don Rodrigo ‘Negro’ Paz por sus aportes a LDU y por mantenerme en el equipo pese a que ya no era titular y estaba veteranito’”. Pancho fue la figura del partido, según la Fox, por su serenidad, ciencia para “quemar tiempo” y porque tenía una imán en las manos para atraer los pelotazos de los estudiantes argentinos.
Hace algunos lustros, Ecuador recibía palizas de Brasil, Argentina y el resto. Así lo cuenta la historia del fútbol. La suma de copas que recibe hoy Liga y la presencia de la Tricolor en dos mundiales demuestran que sí es dable el progreso deportivo e igual puede -y debe- suceder con el Ecuador, con el aporte de todos, gobernantes y gobernados. Si hay materia prima para ello.