La pandemia ha traído consigo retos para todos los sectores del quehacer humano. En unos casos, la respuesta fue un liderazgo innovativo y disruptivo, que enfrentó lo desconocido con imaginación, entereza y visión. Empresas y sectores públicos que respondieron al clamor de sus poblaciones con ejemplar empatía, con solidaridad y sobre todo con humanidad. Era y es un tema de vida o muerte.
En otros casos, vimos patrones en todo el mundo de improvisación, incapacidad y fracaso. Una gran pena, porque el costo se mide en vidas de seres humanos, en las consecuencias de enfermedades derivadas de la pandemia y de un estado de frustración general. Con una diferencia de días, el mundo que habíamos conocido no resistió el embate de la pandemia y las naciones estado fueron cerrando sus puertas, enclaustrando a sus poblaciones y buscando superar el virus con medidas de aislamiento para evitar el contagio. Recordaremos ese momento histórico por la tragedia de millones de enfermos y muertos, pero sobre todo, por el ejemplo de sacrificio que han dado muchos.
¿Qué hicieron los verdaderos líderes en la pandemia? Primero, identificaron las fortalezas y debilidades de los sistemas y actuaron con decisión. Comprendieron que la solución estaba dictada por la ciencia y no por la política ni los intereses electorales. Entendieron que era un drama humano sin precedentes, cuyas consecuencias nos acompañarían por décadas y en cuya solución debían participa todos los actores sociales, sin distinción, ni exclusión. Hoy, las soluciones del siglo pasado ya no funcionan, es otra era. La humanidad debe reflexionar que la nueva sociedad debe enfrentar este reto histórico con una visión de diálogo y que las decisiones las formulemos todos los actores, sentados no en la última esquina de una mesa, sino más bien en una “mesa redonda” donde al escuchar a todos logremos alcanzar un gran consenso nacional.
Sobre este cataclismo, sobresalieron los líderes con inteligencia y visión, aquellos que pudieron tomar las riendas y dirigir a los negocios, empresas, instituciones y naciones para enfrentar este reto. Aquellos que se dieron cuenta que era un tema profundamente humano y que el mundo no regresaría a ser lo que fue.
El virus y sus nuevas cepas continúan extendiendo su manto de muerte y la recuperación económica tomará años, por lo que se requerirá de un liderazgo que enfrente las inequidades entre y dentro de los países y que busque nuevas formas de trabajo y de desarrollo, amparadas en la sostenibilidad del planeta, la protección social, la atención a los más vulnerables y en la necesidad de buscar soluciones de largo aliento que implican, muchas veces, cambios de conductas tradicionales que quedarán relegadas a los sótanos de la historia.